Pistas para la Lectio Divina... Lucas 6, 39-42:
El carácter moral del discípulo: una vida ejemplar. “Todo el que esté bien formado, será como su Maestro”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Jesús forma a sus discípulos conduciéndolos a través de un proceso de maduración interior que implica un manejo adecuado, y desde la misericordia del Padre, de sus impulsos negativos.

 

Va quedando claro que el discipulado es comunitario (nótese bien la repetición de la palabra “hermano” en 6,41-42). Como tal, es signo del nuevo pueblo de Dios, germen de la humanidad nueva que Jesús ha venido a crear con su buena nueva de la salvación. En la santa Misa oramos así: “Él ha venido para arrancar del corazón del hombre el mal que impide la amistad, el odio que no nos deja ser felices”.

 

Una vez que el discípulo ha aprendido esta lección, pasa a la siguiente, la cual es más difícil: el liderazgo positivo dentro de la comunidad.

 

 

1. Ante todo Jesús como modelo para el discípulo: hay que imitarlo

 

En la enseñanza que leemos en 6,39-42, se puede vislumbrar hacia dónde va apuntando la formación del discípulo. Jesús dice: “Todo el que esté bien formado será como su maestro” (6,40b). Es quiere decir que:

(a)    Adoptará sus mismas actitudes y comportamientos (como se describió en el evangelio de ayer).

(b)    Será formador de otros discípulos (como se desprende de 6,39: “guiar a otro”).

 

 

2. La prudencia para no emitir juicios

 

El aprendizaje de estas dos tareas es gradual y en muchos casos muy lento. Por eso hay que dejarse ayudar por Jesús para luego poder ayudar a otros.

 

Cuando Jesús utiliza la imagen del “ciego” pretende indicar un estado de aprendizaje; está queriendo decir que, hasta que no haya sido iluminado a fondo por los criterios de vida que inculca el Maestro, será como un ciego que necesita del apoyo de otros.

 

Por esta razón, quien comienza a caminar en el seguimiento de Jesús debe evitar la precipitación a la hora de calificar la conducta de los demás. Esto tiende a suceder sobre todo en el recién convertido que, desde la radicalidad de su opción, nota con mayor facilidad las deficiencias de los otros y entonces comienza a dar opiniones sobre todo y sobre todos, llegando a herir –en ocasiones- la caridad.

 

Porque el discípulo, a pesar de su camino con Jesús, debe considerarse todavía a sí mismo como un ciego, no debe emitir juicios sobre los demás (ver los imperativos del texto de ayer), a él mismo todavía le falta mucho trecho en el camino de la conversión. Si no sucederá como en el ejemplo que coloca Jesús: “caerán los dos en el hoyo” (6,39b). El discipulado exige el respeto de esta ética.

 

 

3. La responsabilidad en la animación del camino de crecimiento de los hermanos en la fe

 

La primera tarea del discípulo es seguir trabajándose a sí mismo: discernir y sacar la “viga del propio ojo” (6,41-42). La segunda tarea es “guiar” a otros, es todavía más exigente. Si ya es difícil trabajarse a sí mismo, cuánto más el hacerlo con los demás. Este es un nuevo aspecto del ministerio del amor que no puede ser descuidado.

 

Insistimos en esto porque la lectura de las palabras de Jesús en esta parte del evangelio podría llevar erróneamente a pensar que, puesto que hay briznas en el ojo, entonces nunca tendremos autoridad moral para hacer la corrección fraterna y lo mejor sea callar e ignorar las faltas de los demás. No, el escrúpulo no puede bloquear la corrección fraterna.

 

De hecho, la imagen del lazarillo tiene también un sentido positivo, es parte del ministerio del amor: todo discípulo de Jesús tiene la responsabilidad de darle la mano a sus hermanos “ciegos”, que no conocen la luz del evangelio, y apoyarlos en un camino de conversión. De todas formas hay que “sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano” (6,42b), eso sí, partiendo siempre del trabajo consigo mismo.

 

 

4. Cinco consejos para un buen liderazgo en la comunidad, según el espíritu del evangelio

 

Releyendo el pasaje de hoy vemos cómo surgen al menos cinco criterios que debe tener presente quien ejerce el liderazgo en una comunidad cristiana:

(1)     Recuerde siempre que el punto de referencia es Jesús mismo: “No está el discípulo por encima del maestro” (6,40a).

(2)     No forme grupos y personas en torno a su carisma personal, condúzcalos a todos hacia Jesús. Ocúpese Usted de ser “como el Maestro” (6,40b), compartiendo con él la autonegación de la Cruz y remitiendo todo hacia la plenitud del Padre.

(3)     Antes de emprender un proyecto, asegúrese de tener la visión del evangelio –no sólo la propia- porque “¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?” (6,39ª).

(4)     Procure formarse bien y estar adelantado en lo que le propone vivir a los demás, si no “caerán los dos en el mismo hoyo” (6,39b).

(5)     Evalúese constantemente, reconozca y pida perdón por sus pecados, “saque la viga” y entonces verá con misericordia las faltas de sus hermanos; pero tampoco permita que el escrúpulo bloquee la corrección fraterna (6,41-42), Usted no puede excusarse de esta responsabilidad; por eso, procure mantenerse constantemente reconciliado con el Señor.

 

La iluminación interior que va sacando al discípulo progresivamente de la ceguera por medio de las palabras del evangelio y por el misterio pascual de Jesús, le permitirá al discípulo convertirse en buen apóstol. Un corazón que se deja purificar por el Señor, vence la tentación de la “hipocresía” que advierte Jesús (ver 6,42), y por el contrario, recobra las fuerzas que necesita para asumir abiertamente y con celo apostólico los desafíos de la misión.

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Cuál de los cinco consejos de Jesús para un liderazgo en la comunidad es el que mejor vivo? ¿A cuál de ellos debo prestar más atención?

2. “El discipulado es comunitario” ¿En qué momentos dentro de mi grupo, actúo en forma individualista, sin tener en cuenta a los demás? ¿Qué me aconseja Jesús?

3. ¿Con facilidad doy “consejitos” y “corrijo” a los demás sin pensar que soy yo quien más lo necesita? ¿Cuándo voy a corregir a una persona, lo hago por el disgusto que siento o lo hago sinceramente buscando el bien de ella?