Pistas para la Lectio Divina...  Mateo 19, 3-12:
La virginidad consagrada. “No todos entienden este lenguaje…” ”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Ya hemos dicho y mostrado que el Reino de los cielos es el descubrimiento de la otra cara de la realidad. Es en este marco que Jesús habla de exigencias que a primera vista parecen imposibles de vivir. 

 

Pues bien, en nuestro texto de hoy (que también leímos el 12 de Agosto pasado), releído en el contexto de la fiesta de una mujer peruana consagrada totalmente a Dios, se subraya el valor de la fidelidad que se expresa en la virginidad consagrada. Todo ello no es más que una parábola viviente del Reino.

 

Existe una virginidad consagrada que es escogida voluntariamente –y no porque se lo impuso la naturaleza- como expresión de lo definitivo del Reino de los Cielos. Esta virginidad es el ejercicio concreto de la fidelidad en el amor a Dios, fuente y plenitud de toda relación auténtica. Esta relación con Dios, escogida como prioridad, tiene el valor de un anuncio profético de lo definitivo (ver Isaías 56,4-5) porque, en última instancia, la vocación de todo ser humano es la comunión eterna con Dios.

 

Para entender mejor esto entremos en el texto bíblico.  Los discípulos han quedado desconcertados ante la exigencia de Jesús de que no se rompan los vínculos en las relaciones y se lo han dicho (ver el v.10).  Pero Jesús no entra en el juego de la reflexión que hacen los discípulos.  Más bien el hecho de que sugieran la idea de que ante la exigencia de indisolubilidad del matrimonio lo mejor sería no casarse, le da la ocasión para hablar del celibato. 

 

Jesús menciona casos en los que algunos hombres no están capacitados para el matrimonio (los eunucos) ya que les falta la posibilidad de procrear, sea porque nacieron así o porque otros los castraron (esto sucedía en la antigüedad).  También habla de personas que viven como eunucos sin serlo. Con la imagen de aquellos que lo han escogido por voluntad propia y teniendo en vista el Reino de los Cielos, Jesús nos remite al caso de personajes concretos que optaron por el celibato, como Juan Bautista. Valga recordar que Jesús mismo hizo esta opción.

 

En su enseñanza expuesta en este mismo evangelio, Jesús le pide a todo el mundo que sus esfuerzos y aspiraciones estén siempre y prioritariamente orientados hacia el Reino y hacia el actuar justo querido por él (ver 6,33). Todo lo demás se queda en un segundo plano y se inserta en este marco.

 

Pero se da el caso en el que orientar toda la vida hacia el Reino  puede ser tan fuerte que incluso los valores de segundo orden pueden integrarse también en aquellos mayores.  Así sucede en el celibato por el Reino de los Cielos: quien opta por él no deja de contraer matrimonio -que es un valor- por el hecho de que le tenga miedo al compromiso con otra persona; precisamente, lo que se busca es darle la máxima prioridad a la relación de comunión profunda con Dios que lo impulsa para darse completamente y con un amor fiel a todos aquellos a quienes Dios, por medio de él, quiere servir.

 

Con todo, Jesús deja claro que este camino requiere de una vocación especial (ver 19,11).

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

  1. ¿Qué valor y fundamento tiene el celibato por el Reino de los Cielos?

  2. ¿Qué razones descubro en el evangelio de hoy para vivir con mayor seriedad la castidad en mis relaciones?

  3. ¿Considero que es posible vivir hoy un camino de fidelidad en el amor? ¿Qué lo hace posible?