Pistas para la Lectio Divina...  
Lucas 14,15-24: Las lecciones de la mesa. “Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Así como “en la mesa se conoce al caballero”, igualmente en la mesa se conoce a un verdadero discípulo de Jesús.  Esto es lo que venimos notando en los últimos pasajes del evangelio de Lucas que hemos leído. 

Hoy aprendemos una cuarta lección de Jesús relacionada con el mundo de los banquetes (14,15-24).  El asunto no está solamente en hacer la lista sino también en que los invitados respondan. 

El texto comienza así: uno de los comensales que escuchó la lección que vimos ayer, coloca su mirada en el banquete definitivo del cielo y exclama: “¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!” (v.15).  Y él tiene razón, es una dicha, pero esta dicha es una ocasión que muchos dejan perder. 

Jesús profundiza en esta realidad con la ayuda de una parábola.

 

Se trata de un gran banquete. El texto dice “gran cena” y “muchos invitados” (v.16). Además, la preparación se toma un considerable período de tiempo.   

 

El drama está en que el anfitrión debe hacer tres intentos para conseguir llenar su casa, para que todos aprovechen la cena que ya está lista:

- Por el primer intento, nos  enteramos que los invitados le dan preferencia a sus propias ocupaciones: cuestiones de negocios (campo y bueyes) o de la vida privada (un matrimonio). Se trata de personas pudientes que tienen satisfechas sus propias necesidades.

- En el segundo intento, son llamados los “pobres y lisiados, ciegos y cojos” (ver el evangelio de ayer). Pero todavía queda espacio.

- Entonces son mandados a llamar personas que están en  “los caminos y cercas”.

 

Los tres momentos del llamado de los comensales nos describen tres círculos concéntricos que van del centro hasta la periferia.  En cada llamado  -entendemos que se trata del llamado a aceptar el camino del Evangelio-  el círculo se va abriendo más, de manera que la mesa se va extendiendo hasta abarcar a los más pobres (miserables) y los gentiles.  De esta forma se ilustra el radio de acción del ministerio de Jesús y de la evangelización que realizarán los apóstoles mediante acciones continuas que los llevarán a llegar cada vez más dentro de la realidad de los abandonados de la sociedad y de los alejados.

 

Valga anotar que en el texto no se dice propiamente “llamar” para el segundo y tercer momento, sino “hacer entrar”. Esto es significativo porque probablemente se trata de personas que son bien conscientes de su indignidad (a una cena se llega limpio y bien vestido).  Hay que observar bien el texto, para que no justifiquemos con él conversiones “forzadas” (como sucedió en algún momento de la historia).

 

La dicha de la salvación se puede perder al hacer caso omiso del llamado de Dios por boca de sus servidores. Y es tal la pérdida, que en la parábola, Jesús alude a una bella costumbre que se tenía con los que no podían ir a una fiesta, esto es, se les mandaba a la casa algo de comida (ver Nehemías 8,10-12); pues bien, de ellos ahora se dice: “ninguno de aquellos invitados probará mi cena” (14,24).

 

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida cotidiana:

1. ¿Cuándo descubro que el Señor me está haciendo “llamadas”, qué excusas saco para no responderle?

2. ¿Hasta qué ámbito de nuestra sociedad actual debemos llegar con nuestra acción evangelizadora?

3. La salvación está representada en la parábola como un banquete, ¿por qué esta comparación? ¿Por qué el evangelio de Lucas la ha estado enfatizando tanto?