Pistas para la Lectio Divina...  
Lucas 21,20-28: Aprender a vivir la esperanza (III). “Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

El texto de hoy nos coloca frente al evento culminante de la historia.  Pero ¡atención!, no se trata de una descripción exacta sobre cómo se va a acabar el mundo, eso nunca lo sabremos, ya Jesús nos enseñó que debemos vivir el tiempo presente interpretando continuamente los acontecimientos y perseverando en la fe.

 

Cuando la comunidad de Lucas escucha la frase “cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación” (21,20), esto ya ha sucedido. Además, se esperaba que se hablara de la destrucción del Templo y se habla más bien de la ruina de la Ciudad Santa, que para el evangelio de Lucas es el lugar donde se cumplen las profecías.  La ruina de Jerusalén no es el fin del mundo, sino una prefiguración del juicio universal.  Ya, seiscientos años antes, Jerusalén había vivido una calamidad similar en tiempos de los babilonios y ése hecho había sido interpretado por los profetas como un juicio de Dios sobre el pueblo.

 

La “huída” de que habla el v.21, ya la habíamos explicado como un desapego total de los bienes terrenos ante la llegada imprevista del día del Hijo del  hombre.

 

Hay una frase que nos suena extraña: “son días de castigo y se cumplirá todo cuanto está escrito” (v.22). Debemos interpretarla bien: con el vocabulario de “castigo” o “venganza” se indica el juicio salvífico de Dios, que es precisamente el propósito del proceso de revelación de Dios en la historia de salvación, el cual está testimoniado en la santa Escritura.

 

El “ay” por las mujeres embarazadas (21,23) es un indicio de la gravedad de este tiempo en que urge la conversión.  Y siguiendo el vocabulario que usaban los profetas, Jesús se refiere a la caída de Jerusalén con términos como: “calamidad” o “gran miseria”, “cólera”, “muerte a espada”, “cautividad entre las naciones” y “Jerusalén será pisoteada” por el pie de una nación extranjera (vv.23b-24).  La referencia al “tiempo de los paganos”, es probablemente una alusión al período en el que el Evangelio  se predica a todas las naciones o quizás al mismo juicio divino.

 

Los trastornos cósmicos de que hablan los versículos 25 y 26, enseñan que cuando Dios deja de sostener el mundo, el orden de la creación se ve amenazado y corre el riesgo de derrumbamiento.  La desestabilización del mundo tiene efectos sobre la humanidad: genera una gran angustia porque todo el mundo teme ser engullido por el abismo.

 

La sacudida de los cielos da paso a la aparición del Hijo del hombre (21,27): “Y entonces verán venir al Hijo del hombre con gran poder y gloria”.  Es la venida triunfal de Cristo, quien viene, según la profecía de Daniel 7,13, a juzgar el mundo.

 

Y concluye: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación” (21,28).  Ha llegado la redención final, de la opresión y de la aflicción, del Pueblo de Dios.  Es la hora de la justicia que esperan con alegría todos aquellos que han sufrido en la historia.

 

Tengamos esta certeza en el corazón: en un mundo donde vemos tantas maldades y donde nos duele tanto el no conseguir percibir con claridad cómo obra la justicia de Dios, precisamente en este mundo, Jesús, nuestro Señor Resucitado, culminará su obra de justicia y hará que reine la fraternidad y la vida.

 

 

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida cotidiana:

1. ¿Qué sentido tienen los signos de la destrucción de Jerusalén y la sacudida de los cielos?

2. ¿Para qué y cómo viene el Hijo del hombre?

3. ¿Cómo vivir hoy la enseñanza de Jesús: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”?