Pistas para la Lectio Divina...  
Mateo 1, 1-17: Los orígenes de Jesús (I): en la historia de la salvación. “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

A partir de hoy la lectura de la Palabra de Dios en el Adviento toma un nuevo rumbo. En las primeras lecturas seguiremos escuchando textos del Antiguo Testamento que están relacionados con la venida del Mesías y en el Evangelio de cada día ―desde hoy hasta el 25 de diciembre― seguiremos paso a paso los eventos relacionados directamente con el nacimiento de Jesús.

 

1. ¿Por qué una genealogía?

 

El Evangelio de hoy nos remite hasta los orígenes de Jesús dentro de la historia. Partamos de esta base: en oriente ―como sucede también todavía hoy en los pueblos africanos― una persona que no conoce su árbol familiar (genealogía) es una persona perdida en el mundo.  La familia y la tribu a la que se pertenece es una referencia importante para construir la propia identidad.

 

La genealogía que acabamos de leer ubica la identidad de Jesús, en cuanto Mesías, en medio de su pueblo. Como quien dice: Jesús no vino al mundo como un “aerolito” caído del cielo, sino más bien insertándose dentro de la historia humana, que es una historia de familias. 

 

Por eso, en este camino de preparación inmediata para la Navidad, lo primero que hacemos es situar a Jesús en medio de su pueblo, en el amplio contexto histórico al que pertenece y dentro del cual Él tiene un puesto especial.

 

2. El colorido de la genealogía de Jesús

 

La lectura suena, a primera vista, un poco monótona ―al menos 39 veces se repite la frase: “tal engendró a tal persona” ―, pero en realidad no es así, en la lista de los descendientes se presenta una serie de acentos que le dan colorido a la lectura. 

 

Al leer muy despacio la genealogía vamos descubriendo que está hecha de muchas generaciones, de personas concretas con destinos concretos, de conexiones y de sucesos algunas veces irregulares, pero así es toda historia humana.

 

Nos llama la atención, por ejemplo, la presencia de algunas mujeres, lo cual no es habitual en las genealogías: Tamar (la nuera incestuosa de Judá), Rajab (la prostituta de Jericó), Ruth (una extranjera) y la mujer de Urías (con quien David tuvo un adulterio). Vemos que no es necesariamente el ideal de familia que se quisiera tener.

 

Pero todo se comprende mejor cuando llegamos al punto final de la lista. El Mesías que corona esta lista de generaciones y personas, sana la historia familiar de su pueblo. Él brota de un terreno histórico-familiar en el que no falta alguno que otro pecado, pero allí Él es el Salvador.

 

3. La conexión familiar con Abraham y con David

 

El Evangelio comienza diciendo: “libro de los orígenes de Jesús” a quien confesamos como el Mesías (Mt 1,1). Y aprendemos enseguida que es a través de toda esta larga historia del pueblo de Israel, que Jesús se conecta con David y con Abrahám, respectivamente el rey del que parte la dinastía y el patriarca del que origina el mismo pueblo.

 

Jesús y Abraham

 

La lista de los antepasados de Jesús, que comienza en el versículo 2, coloca la raíz de ésta en el patriarca Abraham, ya que se trata del origen de un pueblo que ha sido creación de Dios, nacido de la fe en la promesa del Señor.

 

Con el llamado de Dios a Abraham comenzó un nuevo caminar histórico de Dios en la historia de la humanidad y por medio de él bendijo a todas las naciones de la tierra (ver Génesis 12,1-3). Jesús es el hijo de Abraham, en quien se realiza esta promesa de la bendición.  Enseguida le sigue una lista de catorce generaciones (7+7: dos veces la plenitud)

 

Jesús y David

 

La lista toma impulso por segunda vez a partir del rey David (v.6b). Comienza así la genealogía de los reyes. 

 

La conexión no es extraña porque Jesús es confesado el Evangelio como “el Cristo” (que significa “ungido”). Y término “Cristo” tiene que ver con una de las designaciones del rey de Israel (ver 1 Samuel 9,26-10,1).  Pero claro, esto no quiere decir que Jesús sea cualquier tipo de “rey”.

 

Recordemos que a David Dios le había hecho la promesa de que su casa y su reino permanecerían para siempre (ver 2 Samuel 7,16). Esta promesa se realiza en Jesús, en cuanto hijo de David. Jesús, entonces, es el último y definitivo Rey y Pastor (ver Mateo 2,6) del pueblo de Israel, prometido y enviado por Dios, esperado por el pueblo. 

 

El cálculo final

 

En la genealogía de Jesús, según Mateo, no basta con hacer una enumeración de nombres, muchos de ellos desconocidos para nosotros, también el número de las generaciones tiene un sentido.

 

Si observamos los versículos 12 a 16, notamos que, después de las listas que siguen a Abraham y a David, el evangelista coloca una tercera lista que parte del exilio a Babilonia y culmina con Jesús.  Resultan así tres pequeños listados, cada uno de 14 generaciones. Si tenemos en cuenta que el número 14 es el la suma de 2 veces 7, y que siete indica perfección, vemos claramente que Mateo está dando un mensaje con números (7+7=plenitud x 3).

 

Jesús es la plenitud de la historia de la salvación

 

Este cálculo que el evangelista hace al final de la lista de las generaciones (1,17), nos hace notar que esta historia no es un caos, sino una serie de acontecimientos dispuestos por Dios. El curso de esta historia ha sido querido por Dios y Él mismo lo ha orientado hasta su culminación en el Mesías (1,16).  Por lo tanto, toda la historia tiene sentido en Jesús de Nazareth, todo lo que le precede prepara su llegada y con su llegada comienza el tiempo de la plenitud y el cumplimiento.  Jesús es el punto culminante y el cumplimiento del actuar de Dios con su pueblo.

 

Notemos además que la serie de las generaciones se interrumpió de improviso en la persona de Jesús. No se dice: “José engendró a Jesús”, sino “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (1,16). Es decir, que José es el esposo de María, pero no el padre carnal de Jesús.  Por lo tanto, la genealogía termina con un enigma: ¿De dónde viene Jesús, si no es el hijo de José?  Este enigma se resuelve en la lectura de mañana.

 

En fin...

 

Hoy aprendemos que Dios realiza sus promesas en Jesús.  Lo que comenzó con Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús.  Jesús está profundamente enraizado en la historia de Dios con su pueblo porque proviene de él en la carne. Precisamente en esa carnalidad están asumidos y redimidos los pecados de esta historia. Las búsquedas más legítimas del pueblo que progresivamente fue comprendiendo el plan de Dios encuentran en reposo en Él, porque ¡Él es su fin y su cumplimiento!

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. ¿Por qué leemos la genealogía de Jesús en este contexto de preparación para la Navidad? ¿Cuál es el mensaje?

2. ¿Cómo ha sido mi historia familiar? ¿Qué viene a salvar Jesús?

3. ¿Qué relación tiene Jesús con Abraham y David? ¿Qué tiene que ver esta conexión familiar conmigo?

 

Una bella oración para repetir constantemente durante esta última semana de preparación para la navidad:

 

“Jesús, que vives en María,

ven a vivir en tus siervos,

con el espíritu de santidad,

con la plenitud de tu poder,

con la perfección de tus caminos,

con la realidad de tus virtudes,

con la participación de tu Misterio.

Triunfa de todo poder adverso,

por la fuerza de tu Espíritu,

para gloria del Padre.” Amén

(J.J. Olier)