Pistas para la Lectio Divina...  
Marcos 1,29-39: Pasar haciendo el bien. “Jesús curó a muchos”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

El texto de ayer en su último versículo nos decía que la fama de Jesús se había extendido por todas partes, en toda la región de Galilea (Cf. 28). El evangelio de hoy nos va a presentar una parte del caminar salvífico de Jesús, de su paso liberador por entre el dolor y el sufrimiento de la gente.

 

Jesús sale de la sinagoga y se dirige con dos discípulos, Santiago y Juan, dos hermanos, a la casa de Simón y Andrés, otros dos hermanos. Apenas llegan a la casa le comentan de la enfermedad de la suegra de Simón. Llama la atención que ellos no piden abiertamente la curación de ella, solamente le hablan de la situación. Saben que con Jesús esto es suficiente. Inmediatamente Jesús se acercó a ella y sin más, “tomándola de la mano la levantó y la fiebre la dejó” (31).  Jesús no da simplemente una orden a distancia. Se acerca, se implica en la situación. Aún más, la toma de la mano para salvarla. Acto seguido, la fiebre desaparece.

 

Es bueno resaltar una actitud de agradecimiento de la suegra de Simón. Seguramente ella no estaba enferma de ‘fiebre’ pues esta es sólo un síntoma de algo más intenso e interno que Jesús mismo se encargo de curar. Tan pronto se siente curada ella se pone a servir, se pone a disposición de todos. Una reacción espontánea de gratitud es ponerse a disposición del otro y esto fue lo que hizo ella. (31)

 

Marcos nos dice que al atardecer, cuando ya la noticia de lo que había hecho Jesús había corrido de boca en boca, traen a la puerta de la casa ‘todos’ los enfermos y endemoniados. Y como si fuera poco, asegura que: “La ciudad entera estaba agolpada a la puerta”. Estas son las dimensiones que el corazón capta respecto a quien, su única misión es hacer el bien cueste lo que cueste. Vemos a un Jesús a quien le llevan el dolor y el sufrimiento de toda la humanidad. En el corazón misericordioso de Jesús no hay dolor que no tenga puesto. Allí cabemos todos y entre más pequeños y necesitados mejor. Y de allí saldremos renovados y llenos de vida, como esta multitud de enfermos que regresaban curados a sus casas.

 

La intensa jornada de Jesús se cierra con un momento de oración que también se ve interrumpido por la gente que lo busca. Lo buscan porque ya empiezan a conocerlo. Y no son unos pocos, en realidad el texto pone en boca de Simón la expresión “Todos te buscan”. Jesús es conciente de que su misión no se puede reducir a un lugar y a un pueblo determinado sino que se abre a dimensiones más amplias.

 

El relato se cierra con la imagen de un Jesús peregrino incansable de la Palabra dicha con autoridad y que trae vida para todos. Una palabra acompañada de signos que la hacen creíble.

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. Según el actuar de Jesús ¿Cuáles son los destinatarios favoritos de su misión?

2. ¿Cuál es mi actitud ante el dolor y el sufrimiento de los demás? ¿Qué será lo que me está pidiendo el Señor?

3. Recordemos un caso concreto en nuestra vida familiar o de grupo, en el cual hayamos actuado como Jesús, dando vida a otros. ¿Qué aportó esto a nuestra vida?