Pistas para la Lectio Divina...  
Marcos 2,13-17: Dejarse llamar. “No he venido a llamar a justos sino a pecadores”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

La liturgia de hoy nos presenta el evangelio de la vocación de Leví. Es un bello itinerario de seguimiento de Jesús. Leyendo detenidamente el texto, se descubren algunos aspectos que nos pueden tocar profundamente.

 

El evangelio nos dice que “Jesús al pasar vio a Leví” (14) Seguramente Jesús ya lo había avisto antes en su corazón, como sucedió con Natanael. En esta ocasión Jesús pasó y lo “vio”. Seguramente Leví también “vio” a Jesús. No sabemos si en su corazón intuía el llamado, pero también miró a Jesús a los ojos y esto hizo posible el “sígueme”. Leví no miró para otro lado, no bajó la vista. Miró a Jesús y de este cruce de miradas surgió el “sígueme”.

Jesús sabía quién era Leví y no lo pensó dos veces. Estaba “sentado en el despacho de impuestos” (14). No era alguien sin identidad para Jesús como tampoco era alguien muy recomendable para los demás.

 

Tres verbos seguidos: “sígueme”, “se levantó”, “lo siguió” No hubo espacio ni tiempo para la duda. ¿Acaso Leví sabía a dónde tenía que ir? Como una vez Abraham se puso en camino quizá detrás de un desconocido o de alguien de quien sólo había oído hablar por referencia. Pero algo lo había cautivado. La fuerza de su mirada le había tocado el corazón y desde entonces sintió que algo nuevo y grande estaba naciendo dentro de él. ¿Cómo no levantarse y seguirlo?

 

Pero algo singular. Después de ese “sígueme”, en realidad fue Jesús quien siguió a Leví, sí, hasta su casa. Jesús nos llama para que lo dejemos entrar en nuestra vida. Caminar con Jesús significa fiarnos plenamente de Él.

 

Qué curioso. Leví no pensó, al invitar a Jesús, que debía invitar allí a los amigos que estuvieran  a la “altura” del visitante. Gente buena… Leví dejo que Jesús entrara en su mundo, sin aparentar. Como era. No pensó ni siquiera en preguntarles a sus discípulos, a quienes también dejó entrar, qué sería lo más conveniente para ese encuentro. También los discípulos entraron porque cuando entra Jesús en una vida, entra también la comunidad, entran sus amigos..

 

Todo transcurría en calma hasta que se oyó una pregunta y esta vez venía de los fariseos, quienes no se sintieron capaces de enfrentar a Jesús y se dirigieron a los discípulos. ¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores? Y ya sabemos la respuesta. Se trata de la verdadera necesidad. Un sano no necesita un médico, un enfermo sí. Jesús mismo lo dice: “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos sino a pecadores”. (17). Sólo el pecador que se siente necesitado de la misericordia de Dios podrá escuchar su palabra “sígueme”.

 

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. ¿Qué quería decir Jesús con la frase: “No he venido a llamar a justos sino a pecadores?

2. ¿He sentido alguna vez en mi vida que Dios me llama a algo? ¿Mi respuesta cómo ha sido?

3. ¿En qué forma dejamos que Jesús entre en nuestra realidad tal cual es y le permitimos que, llamándonos nos salve?