Pistas para la Lectio Divina...  
Juan 1,43-51: Dejarse conocer de Jesús. “¿Cómo es que me conoces?”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Juan, en un pasaje muy rico de insinuaciones, nos presenta a Jesús en Galilea. Allí encuentra a Felipe y le dice: “sígueme”. Aparentemente no hay un seguimiento inmediato como el de Mateo. Juan se detiene a comentarnos quién era Felipe, de dónde era, de Betzaida y quienes vivían en el mismo sitio.

 

La reacción de Felipe es ir a buscar a Natanael. Es curioso Felipe cuando es llamado por Jesús está solo, pero cuando va a donde Natanael le dice Hemos encontrado a Aquel…” (45). La experiencia del encuentro con Jesús es más auténtica cuando es comunitaria.

 

Felipe, en su corto encuentro con Jesús, descubre a aquel que ha sido anunciado en la Ley y los Profetas, es decir descubre que la persona de Jesús tiene un peso enorme en las Escrituras, pero al mismo tiempo descubre que es una persona concreta y ubicada en un espacio; Nazareth y con una referencia familiar clara: El hijo de José (45). Es necesario que toda relación con Jesús se ubique dentro de unas coordenadas muy concretas que eviten todo espiritualismo desencarnado.

 

A Natanael tanta emoción de Felipe le pareció exagerada y responde casi en forma displicente: “¿Acaso de Nazareth pude salir algo bueno?”. Natanael es de una sola pieza, como más adelante Jesús mismo reconocerá, y dice las cosas abiertamente y sin temores.

 

Felipe, que había tenido experiencia de Jesús, no se detiene en explicaciones teóricas exhaustivas. Simplemente le dice: “Ven y compruébalo. Yo no puedo hacerte entender aquello que tú no has vivido. Nadie te puede remplazar en tu experiencia de Jesús. 

 

Que Natanael se conociera bien y que Jesús también lo conociera lo deducimos del diálogo que se suscita con Jesús.

 

Al ver Jesús a Natanael dice: “He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño” (47). Natanael entre incrédulo e inquieto pregunta: “¿Cómo es que me conoces?” (48). Como quien dice: Es cierto que soy así, pero, si no nos hemos visto antes, ¿cómo puedes afirmar esto de mí? Jesús responde: “Te ví cuando estabas debajo de la higuera”. Entonces, la aparente resistencia incrédula de Natanael se derrumba y proclama su fe “a primera vista” en Jesús: “Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel” (49). A continuación Jesús reprocha no solo la poca fe de Natanael, sino, digámoslo así, la facilidad como pasa de su incredulidad a su fe por algo tan pequeño: “¿Me crees solamente porque te dije que te vi debajo de la higuera? (50), como quien dice, ¿por eso tan poco?  No te preocupes que vas a tener mayores motivos para creer.

 

Para finalizar, Jesús le promete a Natanael y con él a todos los presentes que “Verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”  (51). Como en otra oportunidad sucedió a Jacob en sueños. (Ver Génesis 28,10-17).

 

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. ¿En mis encuentros con Jesús, qué rasgos nuevos de su personalidad voy descubriendo?

2. ¿Qué quiere decir el hecho de que Jesús haya sido anunciado en la Ley y los Profetas?

3. ¿Cómo compartimos en familia y con otras personas nuestra experiencia concreta de Jesús?