Pistas para la Lectio Divina...  
Marcos 8,27-33:
Saber asumir la cruz de Jesús. “Tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Hasta el momento Jesús había desplegado su acción dentro y fuera de Galilea en forma muy variada: predicación, curaciones, otra clase de milagros, discusiones con escribas y fariseos. Ya su figura era bastante conocida.

 

Hoy parece que a Jesús le interese saber que se dice de Él. Va caminando con sus discípulos hacia Cesarea de Filipo y de repente les lanza una pregunta: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (27) No se capta como una simple curiosidad. ¡No! Él sabe que sus discípulos están más en contacto con la gente y conoce sus reacciones y opiniones.

 

El evangelio subraya el hecho de que a la pregunta de Jesús son varios los que responden. Es fácil repetir la opinión de otros cuando esta no afecta la propia vida. Ellos repiten lo que han oído. Para la gente Jesús no pasa de ser un “Gran profeta” comparable con Juan, de quien hasta se dijo que había resucitado (6,14) o con Elías de quien ya en su profecía Malaquías había asegurado su retorno (Mal 3,23). Quienes no lo identificaban con alguno de los dos aseguraban que era un nuevo profeta.

 

Jesús no se queda allí. Es necesario saber qué piensan sus íntimos de Él y por eso lanza una nueva pregunta a quemarropa: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (29), como quien dice: Espero de ustedes una respuesta distinta dado todo lo que hemos vivido juntos.

 

El texto nos dice que en este momento todos callaron y Pedro, como tomando la vocería del grupo, contestó inmediatamente: “Tú eres el Cristo” (29) No pudimos saber cuál fue la expresión del rostro de Jesús pero es fácil suponer que una admiración complacida se dibujó en su rostro. La respuesta expresaba un camino de comprensión de la persona de Jesús y un poco más de profundidad respecto a aquello que pensaba la gente.

 

Nuevamente Jesús cubre con un velo de silencio su propia identidad: “Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él” (30).

 

Jesús vio que el terreno ya estaba preparado para hablarles más claramente y en un apretado versículo (31), les anunció lo que a Él, como al Cristo, le debía suceder. El cuadro fue completo. No se quedó solamente en lo mucho que debía sufrir sino que también les habló de su resurrección. Desafortunadamente los discípulos, y especialmente Pedro, no estaban preparados para tal chaparrón y la reacción no se hizo esperar.

 

De todos modos, Pedro quiso ser discreto y tomando aparte a Jesús “se puso a reprenderlo”.  No le cabía en la mente que a Jesús le pudiera suceder todo esto, como nos lo explica Mateo 16,22.

 

Jesús con una reacción, saca ese pequeño diálogo del anonimato. El texto dice que Él, se volvió y miró a sus discípulos como diciéndoles: ¿Cómo les parece lo que me está diciendo Pedro?

 

Los papeles se  invierten y ahora es Jesús quien reprende a Pedro “Apártate de mi Satanás. Tú no ves las cosas como las ve Dios sino como las ven los hombres” (33).

Ese es el Pedro que hemos conocido siempre, un hombre de marcados contrastes. Un hombre que nos hace recordar nuestra propia condición, nuestra fragilidad. Ese precisamente fue el hombre que Jesús escogió para guiar a su Iglesia.

 

 

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:

1. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre lo que decía la gente de Jesús y lo que decían los discípulos por boca de Pedro?

2. ¿Cuál es mi opinión acerca de Jesús?

3. ¿Con qué frecuencia me acerco a leer la Palabra de Dios para conocer más a Jesús, su obra y su relación conmigo?