Pistas para la Lectio Divina...  
Marcos 10,13-16: Con corazón de niño. “Dejad que los niños vengan a mí”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Cuatro versículos y un mensaje escueto y muy profundo.

 

Alguien, de pronto algunas mamás, conociendo a Jesús, le acercaron a sus hijos pequeños para que los tocara. No contaron con los que las empezaron a reprender, los discípulos. No estaba bien importunar al Maestro y mucho menos traerle niños.

 

En esa época los niños eran considerados nada. Tan es así, que por ejemplo en la multiplicación de los panes se dice que se alimentaron cerca de cuatro mil, sin contar las mujeres ni los niños (Cf. MT. 15,38). Los discípulos seguramente lo hicieron de muy buena voluntad. ¿Cuál fue la reacción de Jesús? El texto nos dice que “Jesús se enojó” (14). Para Jesús los niños tenían un buen puesto en su corazón. Aunque la sociedad los tuviera en nada, para Jesús representaban mucho más que una cifra que no se cuenta.

 

Jesús entonces, dirigiéndose a sus discípulos les dice: “Dejad que los niños vengan a mí, porque el Reino de Dios es de quienes son como ellos” (14). Que manera más linda de afirmar no sólo que los niños valen, sino que él mismo es el Reino de los Cielos y por eso los niños pueden acercársele.  Además de pedir que no les impidan a los niños acercarse, los pone de modelo para quienes buscan el Reino de Dios: Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él” (15).

 

¿Qué es lo que hay en un niño cuyas actitudes son indispensables para entrar en el Reino?

 

Veamos algunas

 

1. Un niño depende totalmente de una persona mayor.

2. Para un niño no existen barreras de raza, condición social, color etc.

3. Un niño no guarda rencor por lo que le han hecho.

4. Un niño siempre está como empezando de cero, y en ocasiones es persistente.

5. Un niño no sabe decir mentiras.

 

Veamos un poco estas actitudes en Jesús mismo:

 

1. Jesús dependió totalmente de su Padre. Era una sola cosa con Él, y según el mismo decía, no hacía nada que no le fuera mandado por el Padre.

 

2. En su actividad misionera Jesús nunca miró raza, color, condición social para ayudar y salvar. Por el contrario, las personas más desprotegidas y vulnerables eran sus predilectas.

 

3. Las palabras de perdón siempre estuvieron en labios de Jesús. Hasta el último momento cuando en la cruz pidió al Padre el perdón por las personas que lo estaban crucificando.

 

4. Jesús era consciente que en relación con las personas siempre se debía estar empezando de cero en el sentido de acoger siempre, a pesar de todo lo que éstas hubieran hecho. Y él mismo era persistente cuando se trataba de hacer entender a sus oyentes que por encima de la ley estaba el amor, y  que lo más importante no son las palabras sino los hechos.

 

5. Juan Arias, en su libro ‘El Dios en quien no creo’ afirmaba muy certeramente que Jesús  “murió joven por ser sincero”. Él ya nos había dicho que sólo la verdad nos haría libres.

 

 

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:

1. ¿Cuál es la actitud de Jesús ante los niños?

2. ¿La sociedad de hoy cómo se comporta ante los niños especialmente aquellos que son maltratados?

3. ¿Qué actitudes concretas nos pide el Jesús, para que sea nuestro el Reino de los cielos? ¿A qué nos está llamando?