Pistas para la Lectio Divina...  
Mateo 5,20-26: Nuestra conversión: la reconciliación. “Deja allí la ofrenda delante del altar, y ve a reconciliarte primero con tu hermano”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

La Iglesia en este tiempo de Cuaresma nos reconduce con frecuencia al “Discurso de la montaña” donde Jesús traza los rasgos de los hijos del Reino, el espíritu  la ley nueva que nos distingue como sus discípulos.

 

 

1. El contexto

 

El contexto inmediato del texto evangélico de hoy es la afirmación  de Jesús: No he venido a abolir la ley y  los profetas, sino a darles cumplimiento(Mateo 5, 17)

 

Para entrar en el Reino de los cielos necesitamos superar la justicia de los escribas y los fariseos. En  la Persona de Jesús, el Padre ha llevado la Revelación y la Ley a plenitud; Él es la síntesis, la recapitulación de todo (ver Colosenses 1,15-20). 

 

El principio de la justicia que Jesús nos ha traído no está en nuestras prácticas religiosas sino en la acogida del amor del Padre. Cuando acogemos a Jesús empezamos a ser justos, a ser lo que realmente somos, hijos, que amamos a los hermanos como somos amados por el Padre (ver Juan 15,8-12).   

 

 

2. Un salto cualitativo en la práctica de la justicia

 

Habéis oído que se dijo a los antepasados, pero yo les digo (5,21). Esta manera de hablar con autoridad, identifica a Jesús como el nuevo Moisés, el Hijo enviado por el Padre para indicarnos el camino que conduce a la vida. Jesús no niega lo que han dicho los antepasados, sino que lo aclara y lo modifica haciéndolo pasar de los gestos externos al corazón (ver Jeremías 31, 31-34).

 

En los versículos 21-26 Jesús coloca al “otro”, que llama repetidamente “hermano”, como valor máximo absoluto que debe ser acogido, valorado, respetado, amado incondicionalmente.

 

La ira, el insulto, el desprecio pueden ser formas sutiles  de asesinato; con estas actitudes que consideran al otro inferior o enemigo, herimos su dignidad de hijos y le negamos el amor del Padre que ha entregado a su Hijo por el.

 

Cuando negamos a cualquier persona un gesto concreto de fraternidad con actitudes de rechazo o de desprecio entorpecemos nuestra propia identidad de hijos, opacamos  la luz de nuestra filiación y herimos el corazón del Padre.

 

 

3. Nuestra jerarquía de valores

 

Detengámonos brevemente sobre la frase clave de nuestro texto:

 

Si pues, al presentar tu ofrenda en tu altar, te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo que reprocharte, deja tu ofrenda allí en el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Luego vuelve a presentar tu ofrenda (5, 23-24).

 

El amor fraterno, el perdón y la reconciliación entre  hermanos es tan importante para Jesús, que tiene la precedencia ante cualquier culto religioso. Ya los profetas lo habían proclamado con vehemencia y Jesús lo ratifica haciendo preceder a todo acto de culto el perdón y la reconciliación, precisamente porque es culto a Dios, glorificación del Padre.

 

Un discípulo de Jesús ante de dirigirse al Padre no sólo perdona a quien le ha ofendido, sino más aun, va a reconciliarse con el hermano que tiene algo en contra suya, no importa que no tenga nada en contra de él. Con esta exhortación Jesús sigue invitándonos una y otra vez a tener sus mismos sentimientos para que podamos levantar al hermano y ayudarle a vivir más plenamente. 

 

Para celebrar el amor y la Paternidad de Dios necesitamos alimentar sentimientos de comunión recreando continuamente nuestros vínculos fraternos.

 

La propuesta nueva de Jesús toca la profundidad de nuestro corazón, nos mantiene en un dinamismo de continua conversión en el que vamos siendo configurados cada día un poquito más con El, el Hijo amado que nos amó hasta dar la vida. 

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en el corazón.

 

1. ¿Qué quiere decir la expresión: ‘Dejar la ofrenda ante el altar para irnos a reconciliar con el hermano?

2. ¿Cómo capto en mi vida el amor con el cual Dios me ama?

3. ‘La ira, el insulto, el desprecio, son formas de asesinato’ ¿A qué tipo de revisión de vida me lleva esta expresión?

 

Oremos en comunidad

“Lector: Guárdanos, Padre, de dar a conocer nuestro ayuno a los hombres.

Todos: Sino a Ti sólo, presente en lo secreto (Mateo 6,16)

Lector: Guardamos, Padre, de hacer nuestras obras por la buena apariencia para agradar a los hombres

Todos: Sino por Ti que ves el fondo del corazón (Colosenses 3,22)

Lector: Guárdanos, Padre, de poner la voluntad propia al comienzo de nuestra penitencia

Todos: Sino la apertura a tu infinito amor que nos llama a la conversión (Romanos 2,4)”

(Del Monasterio “Piedra Blanca” de Francia y Chile)