Pistas para la Lectio Divina...  
Lucas 17,1-6: La vida comunitaria sostenida por el perdón y la fe. “Si siete veces en un día vuelve a decirte ‘lo siento’, lo perdonarás”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

La descripción que el evangelio de Lucas viene haciendo de la vida nueva que caracteriza a un discípulo de Jesús, culmina con las reglas para la vida comunitaria.  Estas son: (1) Que cada uno le ponga atención a su propia responsabilidad en los problemas comunitarios; (2) que cada uno viva en una actitud continua de perdón al agresor y de ayuda al hermano débil moralmente; (3) que cada uno fortalezca cada vez más el poder de su fe; (4) que cada uno se descubra a sí mismo con un servidor de los demás.  En otras palabras, una comunidad -que nunca es perfecta y por eso los “escándalos”- crece en torno a tres elementos: el perdón, la fe y el servicio.

 

Vamos a ver hoy los elementos de la vida comunitaria que presenta el texto; el cuarto y último y elemento lo abordaremos mañana.

 

Primero. Jesús dice que los escándalos son inevitables, él sabe por qué lo dice. El término “escándalo” (del griego “skandalon”) significa “piedra de tropiezo”, “obstáculo”.  En el evangelio se refiere a problemas que surgen en la comunidad y que alejan a las personas más débiles en la fe y en la conducta; estos son “los pequeños”, cuya perseverancia todavía depende de personas concretas que las han atraído hacia el Señor, que la fidelidad al Señor mismo.

 

Respecto a esta realidad, Jesús hace dos advertencias: (1) “Cuidaos de vosotros mismos” (v.3), esto es, cada uno debe examinarse a sí mismo continuamente sobre la limpieza de su vida y sobre la responsabilidad que le compete cuando resultan problemas comunitarios; (2) “Más le vale que le pongan al cuello una piedra... que escandalizar a uno de estos pequeños”, que es como decir: “sería más ventajoso perecer de muerte violenta, que vivir y hacerle daño a los pequeños”.

 

Segundo. Precisamente porque hay problemas hay que ejercer esta doble tarea: (1) corregir al que va por el camino equivocado: “Si tu hermano peca, repréndele”; (2) perdonar al que se arrepiente: “Si se arrepiente, perdónale”.

 

Se trata de una tarea que no es nada fácil, por eso Jesús sigue con la catequesis del versículo 4.  En el ejercicio del perdón puede llegar a acabarse la paciencia y la fuerza del amor.  De ahí que Jesús nos recuerde que se trata de un asunto cotidiano: “siete veces al día”.

 

Tercero. Pero los discípulos, que saben que esta tarea es importante (Jesús les ha repetido la lección de la misericordia), también tienen plena conciencia de que apoyados únicamente en las fuerzas humanas no es suficiente.  Los discípulos saben que su fe en Dios no es lo suficientemente fuerte para creer en la posibilidad de los cambios de fondo en las personas y en la efectividad de la palabra del perdón. De ahí que los discípulos no le pidan al Señor que les quite los problemas ni los desafíos sino que les aumente la fe (v.5).

 

Orar pidiendo el crecimiento es la fe es implorar que se lleve a cabo una vida de unión más profunda con Dios, porque sólo en comunión con Él se hace posible lo imposible, como lo ejemplifica el sicómoro trasplantado al mar por fuerza de una palabra (v.6). 

 

El poder de Dios no tiene límites.  Por eso, si el Señor nos pone ante exigencias que parecen difíciles de cumplir cabalmente, lo que humanamente llamamos “imposible”, hay que recordar que si lo pedimos, Él nos hace capaces de realizarlo. Él puede ayudarnos a llevar a feliz término nuestros deberes familiares y eclesiales.  La condición es la confianza en Él.

 

Los apóstoles en esta ocasión le piden a Jesús que los ayude a progresar en la fe.  Ellos, efectivamente, el ver a Jesús actuando en el evangelio refuerzan su  fe. Pero más adelante responderán de manera definitiva a esta petición cuando le diga a Pedro: “Yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca” (22,32). Nuestra oración al Señor pidiendo la fe tiene como respuesta la misma oración de Jesús por nosotros, en ella debemos apoyarnos.

 

 

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida cotidiana:

1. Evalúo hoy mi vida comunitaria: ¿He sido motivo de escándalo para alguno de mis hermanos? ¿He tenido parte en algún problema que se ha suscitado y que ha alejado a algunas personas del Señor?

2. ¿Cuál es el significado fundamental de la confianza en Dios y de la oración para crecer en la fe?

3. ¿Cuáles son las situaciones -en mi casa, en mi comunidad, en mi ciudad, en mi país, en mí mismo- sobre las cuales hoy descubro que tengo que orar pidiendo incremento en la fe?