Pistas para la Lectio Divina...
Mateo 13, 1-9: La Parábola del Sembrador. “Salió un sembrador a sembrar…”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Comienza una nueva sección del evangelio de Mateo. Se trata del tercer gran discurso formativo de Jesús a sus discípulos. Los dos primeros, el Sermón de la Montaña (Mt 5-7) y el Manual de la Misión (Mt 10), constituyeron como dos escalones en el camino de maduración de los discípulos.

 

Este nuevo discurso se centra en un aspecto importante del discipulado: Jesús no sólo dice lo que hay que hacer sino –teniendo en vista la maduración de la fe de los suyo- también los enseña a discernir la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida.  Para ello sirven las parábolas, las cuales son verdaderos ejercicios de discernimiento espiritual que tratan de captar el acontecer discreto del Reino en medio de las diversas circunstancias de la vida y motivan para hacer la elección correcta de la voluntad de Dios.

 

Es así como se descubre la naturaleza sorprendente del Reino de Dios. La enseñanza de Jesús se despliega a lo largo de siete parábolas bien ordenadas. Después de una breve introducción (13,1-2), comienzan las parábolas: (1) El sembrador (13,1-9), (2) El trigo y la cizaña (13,24-30), (3) El grano de mostaza (13,31-32), (4) La levadura (13,33), (5) El tesoro escondido en el campo, (6) La perla del mercader (13,45-46) y (7) La pesca en la red que atrapa todo (13,47-50). Finalmente encontramos otra breve conclusión (13,51-52).

 

Las cuatro primeras parábolas, basadas en motivos vegetales, educan en el discernimiento propiamente dicho; las otras tres están dichas para motivar el paso, la decisión, ya que es posible tener claro lo que hay que hacer pero nunca llegar a hacer. La última parábola confirma que éstas están presentadas en clave de discernimiento: es como el pescado que cada día se sienta a la orilla del mar a recoger la red lo que le sirve y devolver al mar lo que no sirve o todavía no está maduro. Así la vida del discípulo todos los días y en este esfuerzo continuo debe perseverar para conducir una vida según la voluntad del Dios del Reino.

 

Notemos la ambientación del discurso: “Aquél día, Jesús salió de casa y se sentó a orillas del mar” (13,1).  Jesús sale de la casa en la que estaba (ver el evangelio de ayer) y se va a la orilla del mar. La multitud que se reúne en torno a Él es grande (13,2). Con él subido en una barca y la gente sentada a la orilla. En este bello escenario comienza la enseñanza.

 

La parábola del sembrador (13,3b-9), la primera en contarse, distingue diversos tipos de terreno en los cuales caen las semillas arrojadas por el sembrador, destacando al final un terreno es que es apto para la inmensa producción de que es capaz una simple semilla.

 

Para penetrar el sentido de esta parábola, tengamos en cuenta ésta y la explicación que viene más adelante (que es mucho más que una explicación, es casi otra parábola), en realidad constituyen las dos caras de una moneda: la primera enfatiza la “gracia” de Dios y la segunda la “responsabilidad” humana.

 

El comportamiento del sembrador, que es un profesional en la materia, ciertamente parece extraño cuando deja caer algunas semillas en terreno impropio para el cultivo.  Sin embargo, esto corresponde a la realidad del evangelio: antes que la calidad de la tierra, lo que vale es la calidad de la semilla. Así obraba Jesús: arrojaba su semilla en corazones sobre los cuales los fariseos ya habían dado su dictamen negativo y consideraban excluidas de la salvación.

 

Entonces la imagen de un sembrador arrojando las semillas en los tres primeros terrenos es un retrato de la obra de Jesús quien no ha venido “a llamar a justos, sino a pecadores” (9,13). Ante todo se proclama la bondad de Dios, quien no tiene límites para ofrecer sus bendiciones (ver 6,45), pero esto implica de parte de cada hombre el hacerse a sí mismo “buena tierra” para que la semilla de la Palabra pueda crecer.

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿En torno a qué idea fundamental gira la exposición de las siete parábolas de Mt 13?

2. ¿Cuál es el mensaje de la parábola del sembrador?

3. ¿Cómo aparece retratado el ministerio profético de Jesús en esta primera parábola? ¿Me atrevo a hacer lo mismo situaciones en las cuales ya todo el mundo cree que no hay esperanza de cambio?

 

 

“Para conseguir esta vida beata, la misma verdadera Vida en persona nos ha enseñado a orar, no con muchas palabras, como si por ello fuésemos a ser mejor escuchados cuanto más prolijos seamos (…). Puede parecer extraño que Dios os ordene hacerle peticiones cuando Él conoce, antes de que se lo pidamos, lo que necesitamos.  Debemos, sin embargo, considerar que a él no le importa tanto la manifestación de nuestros deseos, cosa que él conoce perfectamente, sino más bien que estos deseos se reaviven en nosotros mediante la súplica para que podamos obtener lo que ya está dispuesto a concedernos (…)”

(San Agustín)