Pistas para la Lectio Divina...
Mateo 13,47-53: Ser discípulos del reino. Se parece al dueño de casa que sacad de su tesoro cosas nuevas y viejas”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM  

 

 

El evangelio de hoy nos presenta dos pequeñas parábolas que nos ilustran muy bien en qué consiste el reino de los cielos: la red y el letrado que se ha hecho discípulo del reino.

 

La parábola de la red empieza con una mirada universal. La red es una y “echada en el mar atrapa peces de toda especie” (47). Es como si Jesús quisiera recordarnos que el Reino de los cielos está abierto a todos. No se trata aquí de una red selectiva en la cual sólo entran algunos peces.

 

Posteriormente Mateo nos habla de pescadores y de selección. Ellos escogen y apartan los buenos de los malos. Los primeros los ponen en cestas y los segundos los tiran. Esto nos hace recordar la comparación de Jesús citada en Mateo 25,31-46 hablando del juicio final cuando coloca a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. A este punto es importante recordar que el don de la salvación es ofrecido a todos. También nos lo confirma el hecho de que la red la sacan solamente cuando está llena.

 

Jesús aplica esta parábola a aquello que sucederá al fin del mundo con los malos que serán echados al horno de fuego.

 

Antes de continuar su discurso Jesús, como queriendo captar la atención de sus oyentes, pregunta: “¿Lo han entendido todo? (51) y ellos le responden que sí. A la respuesta afirmativa de quienes lo escuchan Jesús añade la última parábola que nos aclara muchos aspectos.

 

Empieza con una afirmación bien interesante. Habla de  “un letrado que se ha hecho discípulo del reino” (52). Es interesante ver cómo Jesús, en esta parábola, ya no habla de una comparación con el reino de los cielos, sino con uno que se ha hecho discípulo del reino. Si pasamos esta expresión por las parábolas anteriores podríamos afirmar que discípulo del reino es:

  1. Quien ha dejado que la semilla de la Palabra de Dios caiga en su vida como en un terreno fértil y produzca ciento, sesenta y treinta por ciento.

  2. Quien creciendo junto a la cizaña se ha mantenido como buen trigo que al final es llevado a los graneros del reino.

  3. Quien dejando que en su corazón crezca la Palabra de Dios, se ha hecho árbol frondoso capaz de ser casa para otros

  4. Quien como buena levadura es capaz de fermentar la masa del pueblo donde se encuentra.

  5. Quien se desprende con alegría de todo lo que tiene, para adquirir el verdadero tesoro y la perla fina

  6. Quien así obra será como el pescado bueno escogido y metido en la cesta.

 

¿Que es lo que hace de particular quien se ha hecho discípulo del reino? El texto nos dice que “se parece al dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas”. (52). Es interesante esta afirmación. No solamente saca cosas ‘nuevas’ rechazando lo que de alguna forma podría llamar ‘viejo’. Es el equilibrio de quien sabe aprovechar todo sin aferrarse ni a las tradiciones antiguas ni a las novedades del momento. Sabe que todo esto puede servir para hacerse ‘discípulo del reino’.

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿A qué se refiere Jesús cuando habla de peces buenos y malos? ¿Qué hace con cada uno de ellos?

2. Según mi modo de proceder, ¿a dónde iría a parar yo, a la cesta de los peces buenos o al fuego?

3. ¿Cuáles son las tradiciones o las novedades a las cuales nos aferramos en la familia o en la comunidad o que más rechazamos?