Pistas para la Lectio Divina...

Mateo 2, 13-18: La vida amenazada. “Es Raquel que llora por sus hijos”
Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM  

 

 

En estos días de Navidad los niños han pasado a un primer plano en la vida familiar, social y también eclesial.  Un niño es un ser frágil, no ejerce ningún poder, su vida está siempre en riesgo (enfermedades y todo tipo de peligros). Un niño no tiene como defenderse y afirmarse ante las fuerzas del mundo adulto. Muchos niños son víctimas de su incapacidad para defenderse.  Pero mirando la otra cara de la moneda, positivamente hablando,  para que un niño continúe viviendo, necesita de muchos cuidados y ayudas.  De ahí que sea tan importante que él cuente con una protección eficaz e inteligente que se ponga al servicio de su vida.

 

Jesús niño participó también de toda esta realidad de amenaza y de necesidad de ayuda.  El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar seriamente sobre esta realidad.  Para ello el texto nos presenta las dos caras de la moneda:

(1) Jesús es amenazado. La vida del divino niño es amenazada por el poder del rey Herodes y, con ella, también toda su obra mesiánica.

(2) Jesús es protegido. El relato nos cuenta cómo interviene Dios para salvar la vida de su Hijo.

 

Veamos:

 

1. La amenaza de la vida: “Herodes va a buscar al niño para matarle” (Mt 2,13).

 

El comportamiento de Herodes está en contraposición con el de los papás de un niño: los progenitores protegen y cuidan la vida del niño, mientras Herodes, por su parte, quiere eliminarlo (ver lo dicho en la contextualización del evangelio del domingo pasado).

 

Por asegurar su propio bienestar, Herodes se vale de la vida inocente de los pequeños de Belén que no tienen como defenderse. Como tanta gente que escala el poder, él sólo piensa en su interés personal, no importa que otros tengan que sufrir.

 

 

2. El compromiso con la vida: “Levántate, toma contigo a la madre y al niño” (2,13)

 

El Evangelio nos presenta también las lágrimas y el compromiso concreto de los padres.

 

Raquel llora por sus hijos” (2,17-18). El dolor va hasta el fondo de la historia. El grito de dolor de Raquel, la madre de las tribus de José y de Benjamín, manifiesta toda la profundidad del dolor causado a las madres por el asesinato de sus hijos.  Cada vez que una madre llora la muerte de su hijo, Raquel llora con ella.

El Ángel le dijo a José”.  Dios entra en la historia a salvar la vida del hijo, para ello llama de nuevo a José y le enseña cómo hacerlo; lo notamos en la serie de verbos en imperativo: “levántate”, “toma contigo”, “huye a Egipto” y “estate allí”. El cómo salvar la vida del inocente se aprende en la escucha de la Palabra de Dios.

 

En el pasaje vemos cómo José se encarga de proteger al niño de los peligros externos, mientras que María es encargada de los cuidados maternos.  María y José tienen tareas distintas, pero en el centro de sus vidas está el servicio a Jesús.

 

La voluntad homicida de Herodes es anulada por la protección de Dios, para ello se vale de los brazos fuertes y amorosos de los padres de familia.

 

 

Para cultivar la semilla de la Palabra de Dios en el corazón:

1. ¿De qué forma vemos hoy amenazada la vida de los niños?

2. ¿A qué fuerzas e intereses obedece el comportamiento del rey Herodes? ¿Dónde se presentan hoy estas fuerzas y qué consecuencias tienen?

2. ¿Qué significado tiene la presencia de José y María en la vida del Niño Jesús? ¿Qué nos enseñan a nosotros?

 

 

Una oración tomada de la liturgia sinagogal:

“Cuantos mueren y cuantos nacen,

quien vivirá y quien morirá,

quien a su meta y quien antes de su meta,

y por agua, quien por espada,

y quien por hambre, quien por terremoto,

y quien por contagio, quien por estrangulamiento…

Pero retorno y oración y caridad

alivian la dureza de la sentencia”