El secreto de un Mago

Epifania del Señor

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

Sitio Web

 

 

 “Jesús nació en Belén en tiempos del rey Herodes. Entonces unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén, preguntado: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”. San Mateo, cap. 2.

Quizás en Antioquía de Siria. Tal vez hacia el año 80 de nuestra era. Muy probablemente Mateo, aquel publicano, a quien Jesús llamó para integrarlo al grupo de Los Doce. En estas circunstancias nace el primer evangelio, que guardamos en nuestras biblias.

Su autor habría coleccionado en arameo, algunas sentencias del Señor. Mas tarde conoció el relato de San Marcos y, estando ya fuera de Palestina, redactó su texto en lengua griega para las comunidades cristianas del extranjero.

Lo imaginamos alguna noche, compartiendo con varios discípulos, una verdad que él recalca en su escrito: Cristo es el salvador de toda la humanidad. A la mañana siguiente pudo redactar, sobre un hecho que guardaba en su memoria, el pasaje de los Reyes Magos. Venía muy al caso, adornándolo además con vistosos detalles, para presentar el proyecto de Jesús: Para todos los hombres, de todos los tiempos, de todas las razas, de todas las culturas.

En fin, una apropiada catequesis, tejida de historia, contenidos teológicos y delicada poesía.

Mercaderes venidos de los pueblos limítrofes visitaban con frecuencia Jerusalén. Por otra parte, la esperanza del Mesías era un tema comentado muchas veces por los judíos, con vecinos y extraños.

Sin embargo en el pasaje de los Magos, el evangelista deja sin precisar varios datos: “En tiempos de rey Herodes”. Éste gobernó alrededor de cuatro décadas, hasta el año IV después de Cristo. Aunque estos cálculos tienen sus problemas. “Unos magos venidos de oriente”. ¿Cuántos eran y de dónde llegaban propiamente? “Hemos visto su estrella”. ¿Cuándo la descubrieron y en qué lugar del firmamento?

En aquella época el término magos no significaba propiamente adivinos. Eran ellos más bien integrantes de un grupo religioso, en su país. Hombres sabios, entendidos en astrología. Se aseguraba entonces que una estrella nueva precedía el nacimiento de los grandes personajes.

En el contexto de la Nueva Evangelización, se nos insiste que la fe cristiana es ante todo una “experiencia de Dios por Jesucristo”. Experiencia que tocó corazón de aquellos personajes. Comprendieron que ante el Niño de Belén, no eran posibles sino dos actitudes: Adorarle o quitarle de en medio, como Herodes pretendía. Y ellos optaron por lo primero: “Cayendo de rodillas lo adoraron”.

En razón de los dones ofrecidos al Niño, oro, incienso y mirra, desde el siglo IX se mantiene que estos visitantes fueron tres. Además se les ha dado nombres propios: Melchor, Gaspar y Baltasar.

A alguno de ellos podríamos preguntarle: ¿Qué te movió a ese encuentro gozoso con Dios hecho hombre? Y Él nos revelaría su secreto: Nunca me sentí satisfecho con los bienes que poseía en mi tierra. Deseaba siempre algo más. Pero tuve a la vez capacidad para mirar al cielo. San Pablo escribirá más tarde a los colosenses: “Buscad las cosas de arriba”. Me arriesgué entonces a un largo camino, indagando por todas partes dónde encontraría al Salvador.

Todo esto nos enseña muchas cosas: ¿Quién se pone en camino para lograr una experiencia más viva de Dios?. ¿Quién procura conocer mejor a Jesucristo?. ¿Quién se incomoda para afianzar su amistad con el Señor?