VI Domingo de Pascua, Ciclo B.
San Juan 15, 9- 17: La escala del amorAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
“Dijo Jesús: Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis
amigos si hacéis lo que yo os mando.” San Juan, cap.15.
Federico Mohs, un
científico alemán, inventó una curiosa escala para medir la dureza de los
minerales. Desde el talco, pasando por el yeso, hasta el diamante.
¿Habrá alguna manera de
medir la resistencia del amor? Pudiera ser. Tal vez examinando todas sus
expresiones.
En el capítulo XV,
san Juan nos describe el ambiente en que Jesús se despedía de sus amigos. El
Señor despedida. Por eso Cristo insiste en el tema de su permanencia entre
nosotros. El permanecerá en el mundo, si sus discípulos actuales y futuros
“permanecen en su amor”. Luego les dice que no son siervos sino amigos y al
final les da la clave para detectar cuándo el amor ha llegado a su plenitud:
Cuando es capaz de dar la vida por el amigo.
En otros lugares del
Evangelio Cristo nos descubre, poco a poco, la escala del amor.
El primer grado es dar
cosas a los demás. Un día, Jesús compadecido de la gente, multiplicó los panes
para saciar su hambre.
El segundo, es dar de
nuestro tiempo. Recordemos la visita de Nicodemo. El Señor dialogó con él hasta
muy tarde y disipó todas sus dudas.
El tercer grado del
amor es dar la vida por los amigos. Cuando se ve empeñada la propia el amor
acostumbra ceder ante el miedo.
Pero Cristo sobrepasó la
escala. Dio la vida, no sólo por sus amigos, sino también por sus enemigos. Esta
máxima demostración de amor, nos la enseñó Jesús con su vida y con su sangre.
Entre nosotros se
habla y se discute todos los días de amor y de amistad. Interiormente tenemos en
gran aprecio estos valores. Pero muchas veces no llegamos a una vida honda de
amor. Y sin embargo el cristianismo se identifica como una práctica sin
reticencias del amor. Una amistad profunda con Dios y con el hombre,
iluminada por el Evangelio.
Hagamos un recuento
de las personas que amamos. Quizá no sean muy numerosas. ¿Pero cuál es nuestro
estilo de amor? ¿Somos capaces de amar en libertad, sin oprimir al
hermano, dejándolo crecer, buscando para él lo mejor? ¿O pedimos al otro que nos
hipoteque definitivamente su vida, sus valores, para que nos produzcan
intereses?
La amistad y el amor son la
razón de ser de la existencia. Si hay tantas vidas marchitas y sin entusiasmo,
¿no será porque olvidamos amar o, por el contrario, nunca lo aprendimos?
La amistad irradia
entusiasmo y alegría. Es una simbiosis por la cual las personas se comunican sus
valores, su espíritu, su misterio. Las penas compartidas se dividen. Las
alegrías se duplican.
Nos viene a la mente
aquella canción de Roberto Carlos:
“Tú eres mi amigo del alma
en toda jornada, sonrisa y abrazo festivo a cada llegada, me dices verdades tan
grandes con frases abiertas, tú eres realmente el más cierto en horas inciertas”
Para ser cristiano, vive el
amor y la amistad dentro del hogar, y con los de fuera, en sinceridad, humildad
y verdad. Llena el corazón de amigos, la memoria de nombres y ejercita cada día
tu generosidad con todos.