Solemnidad: La Santísima Trinidad, Ciclo B
San Mateo 28,16-20: Dios nunca se jubilaAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
“Dijo Jesús: Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo”. San Mateo, cap. 28.
1.- Para el mundo hebreo la teología
nunca fue un tratado especulativo, donde se le ponen a Dios diversos nombres y
apellidos. Fue más bien un relato de las hazañas que el Señor había hecho en
favor de su pueblo. Lo aprendemos con claridad en el cántico de Zacarías. A este
sacerdote del templo un ángel le había prometido que su esposa, aunque mayor,
tendría un hijo. Él no creyó y entonces quedó mudo. Pero el día en que nació
Juan, recobró el habla e improvisó un himno donde enumera, mediante once verbos,
las maravillas que Yahvé ha realizado: “Bendito sea el Señor Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo”…
En cambio nuestra teología ha sido elaborada desde otros esquemas. Se ha
preocupado de explicar quién es Dios y de señalar sus cualidades. Produjo
entonces textos donde abundan los adjetivos negativos, que desnudan al Altísimo
de nuestros ropajes humanos: Inmenso, infinito, inmutable, inmortal y otros
muchos. Pero nunca ha logrado abordar el misterio. Por su parte, la piedad
popular ha coleccionado expresiones superlativas sobre Dios: Dulcísimo,
amabilísimo, misericordiosísimo. Sin embargo reconocemos que el esfuerzo de esta
ciencia divina, así inexacta y elemental, responde a una buena intención de sus
autores. Aunque algún escritor asegura que muchos teólogos, al llegar al cielo,
mandaron incinerar sus escritos.
Un puente entre estos dos enfoques, el judío y el nuestro, pudiera ser aquella
frase de san Mateo. Antes de subir a los cielos, Jesús manda a los apóstoles
hacer discípulos de todas las naciones, “bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo”.
2.- De aquí brotó una reflexión, muy calcada en el pensamiento de los griegos,
que originó numerosas fórmulas en nuestros catecismos: “Dios es un ser
infinitamente bueno, sabio, poderoso, justo, poderoso, principio y fin de todas
las cosas”. Y también: “La Santísima Trinidad es el mismo Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero”. Es claro que
muchos de nosotros nunca podremos asomarnos a tan altos conceptos. Entonces nos
quedamos con una expresión más breve y más competa: Dios es. Sobre lo cual san
Pablo escribió a los colosenses: “Él existe con anterioridad a todo y todo en él
tiene su consistencia”.
3.- Pero los evangelistas nos presentan entre los sembrados de trigo y los
rebaños, junto a las barcas del lago y los viñedos, un Dios más humano y real.
Allí lo vemos cercano, amigo, cálido, preocupado por lo nuestro, comprensivo
hacia nuestra pequeñez, compasivo ante nuestras fallas. Los apóstoles luego de
Pentecostés, comenzaron a contar por todas partes cómo sintieron a Dios durante
sus correrías con el Maestro. Cómo, luego de la resurrección del Señor, su
Espíritu les transformó la vida. Y esa experiencia de fe ha llegado hasta
nosotros, por medio de nuestros padres y maestros.
Adquieren entonces categoría teológica las reflexiones de la gente sencilla. Un
campesino, constante luchador entre sus animales y cosechas, se expresaba:
“Pueden pasar los años y las cosas. Imagínese…los golpes de la vida. Pero Dios
está ahí, echando días. La ventaja es que Él nunca se jubila”.