Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo B
San Marcos 14,12-16.22-26: Nuestro pan y nuestro vinoAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
“Mientras comían,
tomó Jesús el pan y les dijo: Este es mi cuerpo. Cogiendo una copa se la dio
diciéndoles: Esta es mi sangre, sangre de la alianza”. San Marcos, cap. 14.
Es justo reconocerle a la
teología sus esfuerzos por presentarnos a Dios.
En un principio inventó
palabras nuevas para expresar lo inexpresable. Así llegaron a nuestros
catecismos, procedentes del griego expresiones cómo basílica, evangelio,
carisma. O tomadas del latín: Penitencia, Trinidad, Bienaventuranza.
Para enseñarnos la
Eucaristía, los teólogos usaron términos cómo sustancia, accidente,
transubstanciación, presencia real, gracia sacramental ..
Nuestra devoción se apoyó
mucho tiempo sobre estos conceptos. Continúan siendo validos. Pero con el tiempo
las ciencias humanas han avanzado y el hombre actual ya no piensa en esquemas
medievales, sino dentro de una filosofía existencialista.
Por esto, sin devaluar
enfoques anteriores, buscamos nuevos caminos para acercarnos a la Eucaristía. La
fe nos dice que el Señor está allí presente. Con una presencia no desconectada
de su presencia en el mundo.
El esta realmente en la
Eucaristía. Pero a la vez estaba y sigue estando de múltiples formas con
nosotros.
Pensamos en la estrategia
del amor, en su capacidad de iniciativa. Una madre, un padre, un amigo, se hacen
presentes de muchas maneras: La carta, la llamada, el detalle, la dedicatoria de
un libro, los saludos con algún viajero, el recuerdo continuo donde el otro vive
cómo inquilino permanente.
Todo esto cuando el amigo
está lejos. Cuando se hace presente, comer en compañía es parte indispensable en
la celebración del amor.
Por eso Dios escoge el pan
y el vino "fruto de la tierra y del trabajo del hombre", para significarnos su
amor y su presencia. Por esto decimos en el lenguaje litúrgico: Este es el
sacramento de nuestra fe.
Cuando acudimos a la
Eucaristía nos comprometemos además a compartir con nuestros hermanos ese pan.
No basta colocar sobre el altar "el fruto de la tierra y del trabajo del
hombre".
Es preciso bajarlos del
altar y hacerlos pan para el hambre de Etiopía, ayuda al barrio pobre, escuela
para el que no sabe, salud, alimento, vivienda. Agua, luz, vías de comunicación.
De lo contrario nuestra
Eucaristía sería una relación incompleta del hombre con Dios.
Sería reconocer a nuestro
padre e ignorar a nuestros hermanos