XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 5,21-24.35-43: VentanasAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
Ventanas
“Se acercó un jefe
de la sinagoga que se llamaba Jairo, y al verlo, se echó a sus pies rogándole:
Mi niña esta en las últimas. Ven para que se cure y viva”. San Marcos, cap. 5.
Existen infinitas ventanas
para atisbar a Dios. Las hay altas y bajas, amplias y estrechas. Algunas, muy
fuertes, taladran gruesos muros. Otras, livianas, casi podrían volar.
¿Habría seguido Jairo largo
tiempo al Maestro? No lo sabemos. Probablemente se lo impidieran sus tareas de
jefe de la sinagoga y el miedo de perder prestigio.
Pero su niña está en las
últimas. Entonces la esperanza le abre de par en par una ventana: Jesús puede
sanarla.
La mayoría de nosotros no
vivimos una amistad continua con el Señor. Muchos factores nos lo impiden.
Pero El, siempre discreto,
nos coloca de pronto frente a alguna ventana, desde la cual podemos
contemplarlo: La enfermedad de un hijo, un revés económico, la muerte de un
amigo, un año perdido en los estudios, una caída que nos despierta la
conciencia, la soledad en que nos dejan a veces los amigos.
Sin que olvidemos que Dios
también se muestra y con mayor claridad, por medio de los acontecimientos
positivos: El amor del noviazgo, el éxito en los estudios, la salud de un ser
querido, el ingreso a la universidad, la paz en el hogar, el trabajo obtenido
después de larga espera, la prosperidad en los negocios, el aprecio de los
demás.
Escribe el Padre Ramón Cue
que el Señor acostumbra a apoyarnos y orientarnos con su mano derecha. Solamente
cuando somos díscolos y rudos, nos golpea con su izquierda. Es su manera de
abrirnos la ventana.
De muchas formas El se hace
presente entre nosotros: Son ventanas por las cuales se asoma su misericordia.
Porque Dios no está sujeto
a un rígido plan de salivación. Ni las leyes humanas ni las costumbres de sus
hijos, limitan sus iniciativas, ni condicionan su creatividad todopoderosa. Un
anciano se siente morir poco a poco. Su vida dura y cruel lo ha llevado a
apartarse de toda creencia religiosa. Sin embargo, ya al borde de la muerte,
manda llamar a un sacerdote conocido.
-¿ Quieres recibir los
Sacramentos ? - le pregunta éste.
- No - responde el
moribundo - sólo quiero morir al lado de un amigo.
Más allá de la sombra,
dentro del área de lo incomprensible, en el terreno de lo que juzgamos absurdo,
obra también el Señor.
- La niña no está muerta,
está dormida, dice Jesús al llegar a la casa de Jairo. Lo que para nosotros es
muerte, para el Señor es apenas un sueño, que El derrota con sola su palabra.