XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 5,21-24.35-43: ¿Cuáles serán las últimas?Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
¿Cuáles serán las últimas?
Se acercó a Jesús un jefe de la sinagoga que se llamaba Jairo, para rogarle
con insistencia: Mi hija está en la últimas. Ven, pon las manos sobre ella, para
que viva. San Marcos, cap. 4.
La devoción popular ha presentado a Santa Rita de Casia, como abogada ante el
Señor en los casos difíciles y desesperados. ¿Pero cuáles y cuántas son esas
circunstancias, que llamamos últimas?
Conviene entender que todo problema tiene una dimensión real: Alguien está
enfermo. Alguien sufrió un revés económico. A otro
le fracasó su matrimonio. A otros los despachan del empleo, o pierden el
semestre en la universidad.
Pero todas estas situaciones poseen a su vez un ingrediente, mayor o menor, de
acuerdo con la resonancia que tengan en las personas que las padecen.
Sin embargo reconocemos que hay momentos en la vida donde el horizonte se
oscurece del todo. Esto lo sintió Jairo, quien sería un hombre mayor, judío de
tradición, jefe además de la sinagoga. Ayudado por su secretario, estaba al
frente de la reunión de cada sábado, donde se leía la Escritura, se oraba a
Yahvé y los presentes se sentían de veras pueblo escogido.
Como Jesús frecuentaba las sinagogas, Jairó descubrió en él un poder especial. Y
sin dilación se le acercó, rogándole por su hija. Ven, pon las manos sobre ella,
para que se cure.
Cuando un centurión, un hombre pagano que tenía a su cargo cien soldados, pidió
igual favor para su criado, el Maestro se ofreció enseguida a visitarlo en su
casa. Pero aquel romano no se sintió digno de recibir al Señor. Entonces le
explica comedidamente: Yo tengo gente a mi cargo, que cumple de inmediato mis
órdenes. Y el texto de san Lucas añade: Di una sola palabra y mi criado quedará
sano.
Jesús aprovecha el momento para ponderar la fe de este hombre pagano, frente a
los fariseos y levitas. El Maestro entonces le responde: Vete, que te suceda
como has creído.
Con el jefe de la sinagoga, Jesús no da ninguna orden, sino que lo
acompaña a su casa, en medio de un tumulto que le aprieta. Allí ocurrió que una
mujer que padecía un flujo de sangre, con sólo tocar el manto del Señor, quedó
sanada.
Talvez para motivar a los judíos, el Maestro rodea la resurrección de aquella
niña de mucho dramatismo. Cuando alguien avisa que la niña ya ha muerto, Jesús
anima al centurión: Basta que tengas fe, ella apenas está dormida. Además, no
permite que entren con él a la casa sino Pedro, Santiago y Juan. Entonces toma a
la niña de la mano y la levanta. Y advierte además que le den de comer.
El texto de san Marcos recoge una expresión aramea, que le da al relato un toque
de suave ternura: Talitha qumi, que significa: Niña, levántate.
Cuando estamos en las últimas ¿cómo preferimos que el Señor remedie nuestras
necesidades?. ¿Verdad que de inmediato?
Sin embargo parece que el Señor ha cambiado de metodología. Su plan global es
nuestro bien, pero innumerables elementos se entreveran en los sucesos diarios.
Y Dios siempre escucha, aunque no de manera puntual y en el monto que nosotros
deseamos.
Es necesario entonces abrir los ojos, para descubrir qué nos regala Dios, de
modo más amplio y generoso