XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 6, 7-13: De dos en dosAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
“Jesús fue enviando a los Doce de dos en
dos. Ellos salieron a predicar la conversión. Echaban muchos demonios, ungían
con aceite a muchos enfermos y los curaban”. San Marcos, cap. 6.
La patria, el idioma, la
raza, la familia, la empresa donde trabajamos, el partido político, el colegio,
el grupo de amigos, nuestro equipo favorito... Todos ellos satisfacen en parte
nuestra necesidad de pertenencia.
Quien no participa en
ninguna comunidad no progresa, es inseguro, no deja huellas en el mundo.
Cuenta San Marcos que Jesús
envió a los apóstoles de dos en dos.
El Señor se había elegido
un pueblo: Israel. De este pueblo Jesús invito a algunos a conformar una nueva
comunidad. El Evangelio se refiere con frecuencia a "los Doce" y nos habla de
los más allegados a Cristo: Pedro, Santiago y Juan. Menciona también a los
Setenta y dos discípulos.
La llamada de Cristo
no es sólo vocación. Es además convocación.
Porque la dimensión religiosa la vivimos en comunidades concretas: El noviazgo,
la familia, la amistad, los diversos grupos en los cuales insertamos nuestra
vida.
Una comunidad puede ser más
o menos cristiana.
Alcanzamos su primer nivel
cuando allí realizamos buenas obras: Damos limosna, asistimos a la Iglesia,
perdonamos las ofensas.
Logramos un segundo nivel
cuando nuestra conducta es plenamente acorde con el Evangelio: Vivimos abiertos
a los demás, somos generosos, nos preocupamos por educar cristianamente a
nuestros hijos.
El tercer nivel solamente
lo alcanzan quienes orientan su vida por criterios cristianos. Criterio es una
manera de pensar y de juzgar.
Los apóstoles, enviados de
dos en dos, sin alforja ni túnica de repuesto, realizan por los pueblos y aldeas
tres oficios que son propios de una perfecta comunidad cristiana:
Predicar la conversión:
Nosotros la predicamos cuando creemos en el otro y lo motivamos a cambiar.
Cuando lo hacemos consciente de sus posibilidades y le contagiamos esperanza.
Arrojar los demonios:
En el lenguaje bíblico, los demonios son las fuerzas del mal que dominan al
hombre. Cuando alguien mide la dimensión exacta de su problema, porque le
escuchamos sin juzgarlo y le señalamos el remedio oportuno, ese alguien exorciza
sus demonios.
Sanar a los enfermos:
En cada grupo humano encontramos miembros más débiles, más golpeados, más
necesitados.
Hoy se habla de niños
especiales. También se dan personas especiales: Requieren una especial ayuda de
la comunidad para superarse.