XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 6,30-34: Una palabra suaveAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
“Jesús les dijo:
Venid vosotros solos a un sitio tranquilo, a descansar un poco. Porque eran
tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer". San
Marcos, cap. 6.
Descanso es una palabra
suave. Son sus hermanas sábado, atardecer, reposo, regreso, almohada, oasis,
confidencia. Tiene olor a paisaje campesino y despierta recuerdos olvidados de
la infancia.
Nos cuenta el Génesis que
el Señor, al terminar la Creación, descansó el séptimo día. Era una forma
pedagógica de enseñar el descanso al pueblo de Israel.
El Éxodo señala la tierra
prometida, lugar de reposo después de cuarenta años de peregrinación por el
desierto.
En San Mateo, Cristo nos
invita también: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados y yo os
aliviaré".
La carta a los Hebreos nos
presenta el cielo cómo un lugar de descanso. Quizás allí se inspira la frase
ritual con que sepultamos a nuestros muertos: "Dales, Señor, el descanso
eterno".
Pero en la vida diaria, el
cansancio amenaza todas nuestras actividades: El duro servicio de las máquinas,
el trabajo intelectual en un mundo cambiante y contradictorio, el apostolado,
expuesto a tantas variaciones y atraído por tan diversos proyectos.
Pero al leer que el Señor
invitó a sus apóstoles, a descansar un poco en un lugar apartado, comprendemos
que el descanso es un deber humano y cristiano.
Vivimos comprometidos en
toda clase de relaciones: familiares, industriales, económicas, sociales,
internacionales.
Descansar es variar de
relaciones con el prójimo y con el mundo.
Las relaciones llamadas
gratuitas nos humanizan y nos purifican. Todos nosotros las frecuentamos. Por
ellas nos sentimos dueños de nuestra persona y de nuestro tiempo.
En ellas ejercemos de un
modo distinto la libertad. En ellas imitamos a Dios, que siempre se relaciona
con nosotros de manera gratuita y generosa.
En cambio, las relaciones
del trabajo y del papel social que desempeñamos, son obligadas y gravosas.
Descansar es encontrar
tiempo para vivir plenamente aquellas relaciones gratuitas: Es hallar la ocasión
para escuchar, observar, contemplar.
La oportunidad de conversar
más despacio con los que viven a nuestro lado. Tener tiempo para contestar una
carta, visitar un amigo, cultivar el jardín, ordenar nuestra casa, sumergirnos
en la lectura de un buen libro.
Tener espacio vital para
planear el futuro, estar expuesto serenamente a lo imprevisto, admitir el
reencuentro con nosotros mismos... Es decir, regocijarnos en esa multiforme
presencia del Señor en nuestra vida.