XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,24-35:
¿De qué pan se trata?

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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 “Les dijo Jesús: Os lo aseguro. Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. San Juan, cap. 6.

En la difícil economía de entonces, un kilo de pan se vendía por un denario, el jornal común de un obrero. Y esto tratándose del pan de cebada, el de los pobres, del cual Plinio aseguraba que era alimento para bestias.

Tenía razón entonces el apóstol Felipe, quien frente a la multitud hambrienta, le había dicho a Jesús: Doscientos denarios no bastarán para que cada uno tenga un bocado.

Pero Jesús alimentó aquella turba y todos quedaron satisfechos. San Juan cuenta todo esto en un largo discurso, en el cual mezcla lo histórico con la reflexión catequística. Recordemos que su Evangelio aparece a fines del primer siglo de la Iglesia. Y más que redactar una crónica, al apóstol le interesa motivar la resonancia de Jesús y su enseñanza entre las comunidades cristianas.

En la multiplicación de los panes y los pescados distinguimos tres elementos: El gesto. Jesús comparte el alimento para enseñarnos a ser generosos. Pero tal gesto es además un signo, por el cual Cristo se manifiesta como Dios. La gente comentó enseguida: “Este sí es el profeta que había de venir al mundo”. Y un signo que se convierte en símbolo: El Señor pretende, desde el alimento cotidiano, llevar a sus oyentes a comprender la Eucaristía.

El Maestro añade: Ustedes me buscan. Pero no por lo que yo soy, sino porque les remedié el hambre. Podríamos preguntarnos al emprender nuestras faenas diarias: ¿Qué buscamos? ¿Qué pretendemos? ¿A dónde se orienta nuestro esfuerzo? ¿Únicamente hacia el pan material, hacia una mayor comodidad, o cultivamos ideales más altos?

La razón de nuestra estadía en la tierra, de nuestro seguimiento de Cristo, apuntan al crecimiento personal. Y a la construcción de una familia, de una sociedad, donde florezcan los valores más excelentes. En otras palabras: ¿Trabajas sólo para conseguir o para ser más y proyectarte a los otros?

Y Jesús nos insiste: Trabajad por el alimento que perdura. Trabajar aquí significa no sólo una tarea laboral. Es todo aquel empeño en el cual gastamos nuestra vida. ¿Pero qué pan buscamos? Porque se dan muchas clases de pan y muchas hambres.

En Finlandia, se les cuenta a los niños la leyenda de Harald. Este era un gnomo rollizo, bromista y barbirrubio. Tenía los ojos muy azules y las mejillas relucientes, de tanto engullir salchichas con cerveza.

Un día decidió fabricarse una casa, toda de mazapán, para habitar allí con sus hijos. Le quedó muy hermosa. Sus variados colores se destacaban contra la montaña.

Pero en seguida acudieron invadirla toda clase de bichos, que buscaban azúcar por los techos, las vigas y paredes. ¡Qué asco!

Encendido de cólera, - ¿por qué se aprovechaban de su esfuerzo? - Harald ahuyentó a los intrusos con un leño, destruyendo a la vez su vivienda.

Entonces resolvió fabricarse otra, de pan vulgar e insípido, para obviarse problemas. Harald vivía feliz con los suyos, comiendo de lo suyo, gastando de lo suyo. Pero vino el invierno y las primeras nieves aplastaron la casa, dando muerte al gnomo egoísta y a sus hijos.

¿Con qué clase de pan estamos fabricando el futuro?