XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,24-35:
¿Por qué le buscamos?

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

Sitio Web  

 

 

 “Dijo Jesús: Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. San Juan, cap. 6.

Decía Eric Fromm que la sociedad contemporánea ha crecido alrededor del supermercado. No en torno al templo o al castillo, cómo antes. Quizás cerca de la universidad o del estadio.

Afirma además que la revolución del siglo XVIII la llevaron a cabo los ciudadanos, mientras que las de hoy las agitamos los consumidores.

- ¿Qué desea usted? ¿Electrodomésticos, automóviles, trajes, abonos, herramientas, obras de arte, cosméticos, anticonceptivos, muebles de todas las tallas, pasajes a crédito, discos, diversiones, influencias, intrigas?

Quizás estemos pensando que la Iglesia de Cristo es un factor más de esta sociedad de consumo, que nos opaca la mente y apaga los nobles ideales.

Cómo si añadiéramos a la lista anterior: Se ofrecen Sacramentos, tranquilidad, fidelidad conyugal, dignidad humana, pasajes para el cielo... Todo de óptima calidad, a bajos precios, indiscutible garantía... Se atiende también a domicilio.

Jesús les reprochaba a sus discípulos: Me buscáis no por lo que soy, sino por las cosas que puedo dar. Por el pan que os repartí en el desierto, hasta saciaros.

De pronto nuestras actitudes hacia el Señor y hacia la vida cristiana se vuelven también utilitaristas.

Somos cristianos cuando esto nos produce ventajas, no porque seamos amigos de Jesucristo. A la hora del esfuerzo, la religión se nos queda en teoría y obramos cómo los paganos. A veces ni siquiera cómo ellos.

No estudiamos a fondo la doctrina de Cristo, ni los documentos de la Iglesia.

Cuando nuestra parroquia o el colegio se esfuerzan por promovernos en la fe, verbigracia ante el Bautismo, la Confirmación, la Primera Comunión de nuestros hijos, comentamos con amargura: Ahora todo lo complican.

Para el Matrimonio buscamos el cursillo más corto, porque "para eso no tenemos tiempo". Escogemos el matrimonio católico, casi porque da cierto lustre y buen tono. Casarse por lo civil no es tan elegante todavía.

Exigimos que la Iglesia nos preste todos sus servicios y no revisamos nuestro aporte económico a la parroquia, nuestra presencia en las actividades pastorales, o nuestra preocupación por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

¿No es esto tener a la Iglesia cómo un supermercado?

El Evangelio de hoy termina con una bella frase que explica a fondo qué es la Iglesia:

"Yo soy el pan de vida: el que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed".

Cristo es para nosotros, a través de la Iglesia, la despensa y la fuente, pero es indispensable nuestro esfuerzo personal.

          No basta creer en Jesucristo, hay algo más hondo y comprometedor: Creerle a Jesucristo y atenerse a las consecuencias.