XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 41-51:
El otro pan

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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 “Yo soy el Pan Vivo que ha bajado del Cielo y el Pan que yo daré es mi Carne para la vida del mundo”. San Juan, cap, 6.

Civilización es una palabra ambigua. Puede significar salir de la caverna, comunicarnos a un nivel más profundo, desterrar el analfabetismo, eliminar todos los virus, conquistar los astros, suprimir las distancias, financiarnos definitivamente o... rodearnos de electrodomésticos.

¿Nos hemos civilizado?

Profundizamos en el conocimiento del hombre, pero a la vez inventamos armas en cantidades ilimitadas. Hemos multiplicado las leyes, las teorías, los grupos, las organizaciones.

Pero no hemos logrado ni la paz, ni la dicha, ni el pan para todos.

La cifra es tan dolorosa que preferimos olvidarla: Cada año mueren cerca de treinta millones de personas por alimentación insuficiente. ¡Hambre!

Dice un autor que la primera página de la historia de la civilización debiera comenzar por una simple noticia: ¡Entonces hubo pan para todos los habitantes de la tierra!

El pan ocupa un lugar preeminente entre los temas del Evangelio de San Juan. Al fin y al cabo, el pan es la preocupación de todos los que, cómo Dios, son padres de familia.

Pero Jesús insiste en que distingamos entre el pan y el Pan. Cómo en el diálogo con la Samaritana, cuando nos habla de dos clases de agua.

Todos luchamos por el alimento. El Señor lo sabe. Por eso nos enseña a pedirlo todos los días en el Padrenuestro. Pero además de pan necesitamos ideales, valores, calidad de vida, bienes del espíritu, paz interior, realización, compañía. Sin ellos, cualquier alimento, aun el más exquisito, resulta insuficiente.

Cristo nos invita a luchar por "el alimento que perdura", es decir, a cultivar aspiraciones más altas.

Los judíos se muestran demasiado prosaicos. Esperan un Mesías político y económico.

Porque cada cual sueña con sus pequeños mesías. Los espera para que hagan más rentables sus ahorros, solucionen su problema de vivienda, enmienden sus errores personales o le regalen una felicidad prefabricada.

Pero tales mesías suelen defraudarnos. Cristo, en cambio, se presenta cómo "Pan bajado del cielo". Quiere que le busquemos cómo se busca el pan: Todos los días, con la constancia y la terquedad del hambre.

El nos es necesario. Nuestro problema es de alimento. Nos hace falta algo que llene nuestro interior.

Lo alcanzamos cuando llegamos hasta El para ponerlo en nuestra conciencia.

Lo alcanzamos al comprobar que toda nuestra hambre va en busca de algo que no se marchita con la muerte.