Solemnidad: La Asunción de la Santísima Virgen María
San Lucas 1, 39, 56: Dichosa

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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 “Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: Feliz la que ha creído que se cumplirían las promesas del Señor”. San Lucas, cap. 1.

1.- Un comentario africano sobre la Anunciación, traducido del bambará, nos dice: " La Virgen es como un grano de sorgo. Un grano de sorgo sin trillar. María es una joven cargada de promesas. Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Alegraos también, mujeres todas de la sabana. Dios ha fijado sus ojos en vosotras.

No temas, María. Se te anuncia un bebé que alegrará tu corazón. Te hará danzar de júbilo en las noches africanas, acurrucado a tus espaldas de ébano. Con él tus miedos, tus tabúes se esfumarán como el rocío ante el sol mañanero. Darás a luz un hijo, que es regalo de Dios para toda la familia de los hombres”.

2.- Los diversos encuentros con Dios que nos narra la Biblia, producen generalmente en sus protagonistas una inmensa alegría. Los profetas anuncian igualmente el gozo que inundará la tierra al llegar el Salvador.

Cuando el arcángel visita a Nuestra Señora, la saluda diciéndole: “Alégrate, llena de gracia”. Y la anciana Isabel, al acoger a su prima, exclama: “Dichosa, porque has creído en las promesas del Señor”. Los discípulos, al reconocer a 3.- Jesús resucitado, también se llenan de gozo.

Sin embargo da la impresión que los cristianos de hoy no tenemos tiempo de alegrarnos. Los días se nos van en negocios, en vida social, que tiene más de apariencia que de relaciones sinceras. En lamentos sobre la situación presente. Nos hace falta esa actitud pascual, que brota de una sólida esperanza.

Sin embargo, nuestra fe promueve en muchos casos un sentimiento ético. Nos convoca a cierto altruismo. Nos motiva de pronto a arrepentirnos del pecado. Pero ¿dónde aflora nuestra dosis personal de alegría?

4.- En cambio Nuestra Señora, la primera cristiana de la historia, vive llena de un sereno gozo, de paz y de equilibrio, a causa de su confianza en Dios: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”. Este es su secreto. Algo que más tarde expresará así Santa Teresa de Ávila”: Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios le basta”.

No imaginemos, sin embargo, a la Señora como alguien del todo extraordinaria. No tuvo pecado original, pero fue ciudadana de esta tierra, con las dificultades y dolores que tal condición significa. Su vida fue la de una judía, la de una madre campesina de entonces.

Pero Dios realizó en ella maravillas. Unas visibles. Muchas invisibles, las que ella guardaba en su corazón, como dice san Lucas. Y al final de sus días, la Madre de Jesús fue llevada en cuerpo y alma a los Cielos. Así el Señor explica cómo terminará esa transformación prometida a quienes le buscamos. ¿Por qué entonces no vivir alegres?

5.- En la segunda carta a los corintios, de la cual hoy leemos un trozo, se nos dice que Cristo ha resucitado, Él que es primicia de todos los que han muerto. Más tarde, cuando Él vuelva, también resucitaremos nosotros.

A su vez la Iglesia nos enseña que la Madre de Jesús, ha subido ya el cielo en cuerpo y alma. Lo cual afirma también en forma poética el salmo 44: “Señor, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada de oro”.