XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 51-58: El pan y su misterio

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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 “Dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre”. San Juan, cap. 6.

 

Giovanni Papini habla en una de sus páginas del misterio del pan. Desde los pesados bueyes que araron el campo bajo un sol abierto, hasta los sembradores y segadores, molineros y panaderos, todos han trabajado en cadena de esfuerzos, para darle a mi hambre un pedazo de pan. El pan encierra un misterio. Es el vigor del surco, el hombre con su cansancio y su ilusión, ilusión. Es el calor de la vida...

 

El Evangelio de hoy está tomado del final del capítulo sexto de San Juan. Los evangelistas no alcanzaron a escribir las palabras textuales de Jesús. Pero en su relato se destacan unas frases que los  biblistas señalan como “palabras mismas de Jesús”. Sin embargo, nos llama la atención que, en un párrafo corto, se nombre siete veces el pan y siete veces se prometa la vida a quien lo coma. Es la insistencia del Señor para explicarnos el misterio de su pan.

 

Tal vez nos hayamos preguntado si tiene razón de ser la Eucaristía en este momento de la historia. Ante un mundo tecnificado que quiere desentrañar el porqué de cada cosa, el Sacramento del Pan sigue escondido en el misterio. Ante los progresos de la química y de la física, los teólogos siguen sosteniendo la presencia real de Cristo, bien sea con un lenguaje nuevo. Ante un mundo azotado por el hambre, Dios calla y la Iglesia presenta el Evangelio y ofrece, sobre una mesa escueta, un trozo de pan y un sorbo de vino.

 

¿Qué significa hoy la Eucaristía? La pedagogía de Dios es muy distinta a la pedagogía humana. Los hombres enseñan por medio de fórmulas, definiciones, teoremas, cálculos y silogismos. Dios enseña por signos. Usa los acontecimientos para revelarse. No entrega sus mensajes de una vez, sino que nos coloca delante de las cosas, de los acontecimientos, para que allí descubramos su palabra.

 

El misterio del pan eucarístico es semejante al del pan cotidiano. Pero es un misterio más hondo, más elevado y excelente.

 

El pan puede llegar a lo más íntimo del hombre. Se coloca más allá de la compañía, de la vecindad. Va más allá de la palabra, del beso, de la misma amistad...

 

Así Dios anhela estar en comunión continua con nosotros, porque su amor es más profundo que el de los amigos, los hermanos, los esposos. Se cuela hasta la conjunción del alma con los huesos. Este pan nos declara en su minúscula dimensión, que el hombre va más allá de la química y la física.

 

Cuando los obreros, empleados, profesionales, campesinos o industriales nos entregamos al trabajo cada día, estamos haciendo un trueque doloroso que el amor convierte en alegría. Estamos cambiando vida por pan.

 

En la Misa, Jesucristo nos cambia pan por Vida. Vida que es amor ante el egoísmo, energía ante la tentación, luz en la sombra, examen de conciencia ante nuestro pecado, unión en las tensiones de familia, deseos de seguir mejorando el mundo, cuando muchos se refugian en la desesperanza... Vida que es vida eterna: “Yo lo resucitaré en el último día”.