XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 8, 27-35: Cara a cara en la sombra

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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“Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo. Por el camino les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?” San Marcos, cap. 8.

Le escribimos al amigo ausente, lo llamamos por teléfono a ciudades distantes, señalamos sus fechas en nuestro calendario, volvemos a organizar en la memoria la baraja de sus recuerdos. Medimos con sus criterios nuestra vida, separamos a la derecha todas las cosas que le agradan, dejando a un lado las restantes, rememoramos nuevamente el lugar, el día, la hora del primer encuentro.

Pero todo esto es poca cosa, en comparación con el momento en que volvemos a encontrarlo cara a cara.

La beata Isabel de la Trinidad, una carmelita francesa, nos define la fe cómo un "cara a cara en la penumbra".

Los amigos de Jesús habían escuchado sus parábolas, habían admirado su poder frente a los demonios, ante la enfermedad, contra la muerte. Hasta que un día...

Por el camino de Cesarea, Jesús les pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?"

Hay circunstancias en que el Señor nos coloca frente a El, cara a cara. A veces en la sombra, otras bajo una claridad meridiana.

Nuestra vida vale en la medida de nuestra respuesta. Conocemos muchas respuestas cualificadas:

-Alguien que ganaría más dinero en la empresa privada, acepta un cargo público.

-En la Primera Comunión de la hija revisamos nuestro pasado y nos acercamos al Señor.

-La batalla con la enfermedad culmina en el reencuentro con un Dios amigo.

-Al tropezarnos contra nuestra limitación descubrimos a Aquel que es ilimitado y perfecto.

Una tragedia colectiva nos transforma de repente en comunidad y nos invita a ver al Señor cara a cara.

En la historia de cada uno de nosotros existe un capítulo, donde guardamos con cierto pudor las experiencias de Dios.

Ellas nos van iluminando el panorama hasta el encuentro pleno, cara a cara, que es la muerte. Las sombras de esta hora suprema nos orientan hacia la luz definitiva.

La literatura cristiana habla frecuentemente del encuentro final con Dios. Pero lo llama casi siempre juicio, rendición de cuentas, examen.

Pocas veces nos lo presentan cómo el cara a cara con alguien que nos ama. Si amamos al Señor, venceremos el miedo. Los compromisos del amor son más sólidos que las amenazas.

Es posible regresar a Dios desde las tierras más distantes. Pero empecemos a hablarle desde lejos.

Señalemos sus fiestas en nuestro calendario, ordenemos en nuestra mente sus recuerdos, midamos con sus criterios nuestra vida, promovamos en el mundo todas las cosas que le agradan.

Y luego recordemos con infinita alegría los lugares, los días y la hora en que nos hemos vuelto a encontrar con El.