XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 9, 30-37:
¿Quién será el mayor?

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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“Los discípulos habían discutido sobre quién era el más importante. Jesús se sentó y les dijo: Quien quiera ser el primero que sea el último.” San Marcos, cap.9.

 

Sobre la tumba del cardenal Portocarrero, en Toledo, una placa de bronce y sobre ella, tres palabras no más: “Polvo, Ceniza,  Nada”. Aunque pesimista, este epitafio nos enseña humildad y llaneza.

 

Entre nosotros y los que nos rodean se producen a veces choques, discusiones e intrigas. ¿La causa? Hemos querido ser más que el otro: “Yo soy más importante que tú”. “Tú no tienes razón porque yo la tengo”. “Estos son mis derechos y estos son tus deberes”.

 

El Evangelio de hoy nos muestra a los apóstoles, protagonista de un episodio poco elegante y además infantil. Se pelean Discuten acaloradamente: ¿Quién de nosotros será el mayor?

 

Los hemos imitado cuando nos enfrentamos en el hogar, cuando nos enojamos porque no nos tuvieron en cuenta. Al reprender con dureza a los subalternos, al intrigar para que triunfen nuestros intereses.

 

Cristo no se alteró por esta crisis de sus amigos. Sabía muy bien de qué pasta estamos hechos. Cuenta san Marcos que, llamándolos, se sentó. Es una forma bíblica para indicar que lo que sigue es importante. Luego les dijo con llaneza: “Quien quiera ser el primero que se haga el servidor de todos”.

 

¿Y dónde quedan entonces la autoridad en la familia, el organigrama de la empresa, las directivas del colegio y el respeto a los mayores?

 

Lo que enseña Jesús no es anarquía, sino que ante Dios todos somos iguales. Que las relaciones del cristiano con sus prójimos no son ni dominación ni interés, sino servicio.

 

Nadie por muy brillante que sea en  dotes y cultura, aunque ocupe puestos de mucho renombre, deje de ser sencillo. No exija que se le rinda pleitesía, hable sin solemnidad, sepa gozar con las cosas ordinarias. Mézclese de igual forma con los ricos y los pobres, con la gente ilustrada y con los ignorantes.

 

Siéntase con todos a gusto y todos estarán contentos en su compañía. Sepa exigir con mansedumbre. Nunca discuta sobre su propia importancia. Esa es tarea de Dios y de quienes nos rodean.

 

Démosle la razón al epitafio del Cardenal Portocarrero: Un puñado de polvo, un poco de ceniza, casi nada... pero capaces de hacer felices a los que viven con nosotros.