XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos, 12, 28-34: Nuestra oxidada armadura

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

Sitio Web   

 "Un letrado le preguntó a Jesús: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser". San Marcos, Cáp.12.

Había un guerrero que "se ponía entusiasmado su armadura ante la mera mención de una cruzada. Y a veces partía en varias direcciones a la vez, lo cual no es nada fácil". Así nos describe Robert Fisher a "El caballero de la armadura oxidada". De tanto luchar contra los enemigos, procurando ser el número uno en el reino, se quedó prisionero dentro de su arnés. Y entonces se le volvió imposible amar a su esposa y a su hijo.

 Cuenta san Marcos que un letrado, de los muchos que en Jerusalén se dedicaban al estudio de la ley, se acercó un día a Jesús para preguntarle: ": ¿Qué mandamiento es el primero de todos? La sinagoga contemporánea de Jesús presentaba a sus discípulos 613 preceptos. Una agobiante carga de normas que oprimía a los judíos observantes.

La respuesta del Señor quizás desconcertó al letrado. Jesús lo invita a regresar al capítulo sexto del Deuteronomio. Allí estaba consignado el Shemá, la plegaria que todo varón israelita debía recitar por la mañana y por la tarde. Su texto, escrito sobre pequeños pergaminos, habría de colocarse en la frente, sobre el brazo izquierdo y también en las puertas de la casa: "Escucha Israel: El Señor nuestro es el único Señor. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser" Y el segundo mandato, añade Jesús, es semejante a éste: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Charles Peguy comenta: "El amor a Dios y el amor a los hombres entre sí, son los dos hijos mellizos del amor de Dios a los hombres".

 Este pasaje que, excepto san Juan, guardaron todos los evangelistas, marca un viraje de 180 grados en las relaciones del hombre con Dios. Es como la bisagra que articula el Antiguo y el Nuevo Testamento. Antes se había dicho: Cumplirás: Ahora el Maestro nos dice: Amarás. Pero a un Padre bondadoso de los Cielos. Y los prójimos "como yo os he amado". Así el Señor destruye la oxidada armadura, donde muchos quizás estamos presos. Tal vez nos esforzamos demasiado en rechazar enemigos, en recitar fórmulas, observar normas, defender estructuras, pero nos olvidamos de amar a Dios y a los hermanos.

Por lo cual necesitamos de urgencia un curso acelerado de cristianismo.

Primer nivel: Examinar sinceramente a quiénes amamos de verdad y por qué los amamos. Trabajo en grupo.

Segundo nivel: Comprender las normas que brotan de nuestra fe, como instrumentos para el amor a Dios y a los prójimos. Investigación sobre el Evangelio.

Tercer nivel: Sentir en lo interior que Dios nos ama infinitamente. Material de apoyo: El libro de los Salmos.

Cuarto nivel: Borrar de nuestro panorama interior todo miedo, todo recuerdo amargo. Puede colaborarnos algún sacerdote.

Quinto nivel: Estrenar una inmensa alegría, en el corazón y en el rostro, porque hemos empezado a conocer a Jesucristo.

Un caricaturista español se pregunta: "¿Qué tal que expulsaran de la Iglesia a quienes no aman suficientemente?".