XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 12, 38-44. Galería de notables

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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  "Estando Jesús cerca de la alcancía del templo. Observaba que muchos ricos echaban en cantidad. Y una viuda pobre se acercó y echó dos reales". San Marcos, Cáp.12.

 Con evidente humor, alguien afirma que la modestia consiste en saberse perfecto, pero sin contarle a mucha gente. Sin embargo, aun personas honestas no desaprovechan la ocasión para exhibir sus cualidades y realizaciones. No es usual la virtud de la modestia, hija de la humildad y parienta cercana del silencio. El Señor, fatigado de una larga discusión con los fariseos, ha subido hasta el atrio de las mujeres. Sentado bajo un pórtico, observa a quienes pagan el tributo religioso en las alcancías del templo. Mira cómo los ricos dan abundante ofrenda. Y observa las dos monedas de bronce que una pobre viuda entregó tímidamente.

Jesús les había dicho a sus discípulos: "Cuidado con los letrados. Les encanta pasearse, vestidos con amplios ropajes, para que les hagan reverencias en la plaza. Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes. Devoran los bienes de las viudas, so pretexto de orar largamente por ellas".

Aquel día, el Maestro alabó la generosidad de aquella viuda, desamparada como muchas de entonces: "Os aseguro, dijo Jesús, que esa pobre ha echado en la alcancía más que nadie. Porque los demás han dado de lo que les sobraba, pero esta, que pasa necesidad, ha entregado lo que tenía para vivir". El Señor quiere enseñarnos la modestia y la generosidad. Y lo hace por medio de contrastes, frecuentes en la literatura hebrea. Nos habla de unos letrados y una viuda. De unos ricos y una mujer pobre. De quienes hacen todo por aparecer. Y de alguien deposita su ofrenda en silencio.

Porque Dios evalúa la conducta de sus hijos, de una manera muy distinta a la nuestra. ¿Qué opinaría entonces ante el lujo y la ostentación de ciertos estamentos religiosos, sacralizados por nuestra eximia voluntad? Rechazaría igualmente muchas celebraciones del Bautismo y la Primera Comunión. Sería muy severo con el despilfarro que acostumbramos en las bodas. Por no hablar de otros eventos, que insultan descaradamente a una patria desangrada y hambrienta.

La generosidad nos garantiza el favor de Dios. El primer libro de los Reyes cuenta cómo el Señor recompensó a aquella viuda de Sarepta que, desde su pobreza, socorrió al profeta Elías en tiempos difíciles: "Así dice el Señor: No temas. Siempre tendrás aceite en tu vasija y harina en tu despensa".

En nuestro entorno, valen muchos quienes alcanzan eficiencia y resonancia con sus tareas. Ellos son los importantes de este mundo. En cambio, la modestia de los diarios deberes, realizados con amor, nos coloca en la galería de notables, según el Evangelio.

Allí encontramos al conductor cortés con los usuarios, al ascensorista paciente, las amas de casa cuyos cansancios nunca son noticia, la cajera del supermercado simpática y atenta, el mecánico decente, la muchacha de servicio educada y honesta, el repartidor de periódicos alegre y cumplidor, el sacerdote mayor náufrago en su confesionario, la maestra rural que sabe más de Dios que de los libros. Una amplia letanía que podríamos terminar con aquellas religiosas que, durante el Concilio Vaticano II, les remendaron los calcetines a los obispos.