XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 12, 38-44: Allá en Dar-es-SalamAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto)
"Dijo
Jesús: Os aseguro que esa viuda ha echado más que nadie. Los demás han echado lo
que les sobraba, pero ella, lo que tenía para vivir”. San Marcos, cap.12.
En África se cuenta a los
niños esta historia alrededor del fuego: Salieron de paseo una gallina y un
cerdito. Sin darse cuenta, se fueron acercando a la ciudad. En la vitrina de un
restaurante se leía: "Desayuno: jamón y huevos".
- Entramos? preguntó
entusiasmada la gallina. - Un momento, respondió el cerdito. Yo tengo que
pensarlo muy bien. Lo que para ti es una contribución, para mí... es un
compromiso.
Existe también para
nosotros, cristianos, una gran diferencia entre contribuir y comprometernos.
Esta viuda del Evangelio no se limita a contribuir con sus reales: Compromete su
subsistencia.
¿Qué nos sucede cuando
empezamos a adquirir cosas, propiedades, títulos o cargos? El proceso es el
mismo. Nos habíamos comprometido con el Evangelio. Pero luego, nos limitamos a
contribuir de vez en cuando.
Un joven médico hizo
su año rural en un pueblo sin nombre. Se sacrificaba por sus enfermos. Era
amigo y consejero de todos. . Luego se especializó en el exterior. Ahora su
consulta vale mucho dinero. Camina de prisa: Que ningún inoportuno lo
detenga.
Ya no tiene amigos. Tan
sólo tiene pacientes. Detrás de tantos muros se ha quedado solo. Contribuye,
claro. El cheque lo entregará su secretaria.
Igual cosa puede sucederle
al sacerdote. Comenzó su trabajo en una aldea. Luego orienta un programa de
pastoral especializada. Ya no tiene contacto con la gente. Por eso habla de
laicado, estamentos, programas y objetivos. Se ha olvidado de los nombres
propios.
Así la maestra de
escuela, amiga un tiempo de los niños y padres de familia. Llega a ser la
directora y entonces se refiere a áreas, al estudiantado, la comunidad
educativa... y ya no es invitada a la mesa de los pobres.
El ejecutivo joven se
codeaba con el obrero en la sala de máquinas, pasa ahora ante él con un "Buenos
días" indiferente. Y habla del personal, olvidando que personal viene de
persona.
El político en germen que
alternaba con el campesino, se aparta con el tiempo de su gente y por eso lo
preocupan las masas, el conglomerado y el partido.
A todos nos sucede.
Adquirimos cosas y con ellas, alarmas, rejas y porterías para defenderlas. Y nos
quedamos solos y distantes.
Decimos: Es
inevitable. ¡Qué lástima, es la vida! Ya no podemos comprometernos. Nos
limitamos a contribuir.
Sin embargo hay personas
que, en medio de las responsabilidades, los cargos y los títulos viven a
plenitud el Evangelio.
Pero volvamos a
aquella viuda pobre. ¿Como padres de familia, nos limitamos a dar vestido,
alimento, educación; o sabemos comprometer nuestra tranquilidad y nuestra paz
con cada uno de nuestros hijos?
¿Como amigos, sabemos
sacrificar nuestro descanso por ayudar a otro, por acompañar su soledad, por
confortar su desaliento?
¿Nuestro tiempo, nuestro
precioso tiempo, lo sacrificamos para enseñar, aconsejar, para curar, para
luchar por un mundo mejor?
En una palabra: ¿vivimos
nuestro cristianismo como un compromiso o apenas como una contribución pasajera?