I Domingo de Adviento, Ciclo C.

San Lucas 21, 25-28. 34-36: El diverso color de la utopía

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

Sitio Web   

 

 "Dijo Jesús: Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder todo esto, alzad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación". Lucas, Cáp. 21.

Una escena frecuente en las películas: El protagonista ha planeado el feliz encuentro con su amada. Y cuando el tren se aproxima a la estación, quisiera escaparse por la ventana. Inspecciona entre el tumulto del andén. ¿Será ella? No es. ¿Habrá entendido mal la fecha, o la hora? ¿Se habrá olvidado de la cita? Todos los pasajeros se disgregan y el amante burlado se queda solo. Las cámaras registran su amargo desconsuelo, cuando recoge las maletas para dirigirse al hotel. En un lenguaje actual, ésta sería la historia de Dios cuando vino por primera vez a la tierra. Ya el Antiguo Testamento había señalado al pueblo judío como una amante veleidosa. Y san Juan añadió apenado: "Vino Dios a su casa y los suyos no le recibieron".

 Los cristianos distinguimos que Dios llega a nosotros de tres maneras. La primera, cuando se hizo hombre en las entrañas de María. Un hecho que cada año celebramos, con gozo y reconocimiento. La segunda consiste en aquellos encuentros personales, que el Señor realiza con cada creyente. Se llamarán teofanías, signos, favores, experiencias religiosas. Muchos de ellos tienen lugar en la intimidad de la conciencia, pero no por ello, son menos constructivos y gratificantes. A la última venida de Dios la hemos llamado, según la tradición, juicio final. Pero éste no será un acontecimiento masivo, sino el encuentro con el Señor de cada uno de nosotros, al término de nuestra vida mortal.

Los evangelistas, de acuerdo a la mentalidad de su época, dibujaron la llegada del Señor con muy cargadas tintas: "Habrá signos en el sol, la luna y las estrellas y en la tierra angustia de las gentes. Entonces verán al Hijo del hombre venir con gran poder y gloria". Una página donde San Lucas colecciona imágenes, símbolos y creencias de su tiempo. Pero invitándonos a alejarnos de toda actitud destructiva y a mantener viva nuestra amistad con el Señor: "No se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero. Estad siempre despiertos".

 Comprendemos entonces que Dios vino, viene a cada momento y vendrá pasado mañana, cuando nos visite la muerte. El encuentro entre Dios y los hombres es la utopía religiosa de todos los grupos humanos y de todos los tiempos. Decimos utopía, no por calificar este hecho de imposible, sino por presentarlo como algo que supera nuestras pequeñas expectativas.

Sin embargo este sueño fundamental de los creyentes lo empañamos a veces con otras utopías de menor validez, de todos los tamaños y colores: El soldado sueña ser general, el obrero gerente, el monaguillo santo padre de Roma y la enfermera ministra de salud.

Valdría preguntarnos: ¿Cuál es nuestra ambición central por estas fechas? ¿Qué deseamos alcanzar en este diciembre? ¿De qué color será nuestra utopía? Pero conviene recordar: Cuando Dios se hizo hombre, garantizó nuestro derecho a soñar que la felicidad es posible. Pero certificó, a la vez el deber, de cada creyente por hacer real, en el corazón, en la familia, en todo el mundo, la utopía de Dios.

.