IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C.
San Lucas 4, 21-30: Ciudadanos del mundo
Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto) (Q.E.P.D)
“Le dijeron a Jesús
en la sinagoga: Haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en
Cafarnaúm”. San Lucas, cap. 4.
Una señora piadosa se
quejaba ante unos jóvenes: Me hice cargo de la educación de un sacerdote y ahora
lo destinan al África.
Lástima señora, le
respondió uno de ellos, que su corazón no resista un viaje espacial.
¿Por qué? preguntó la
señora.
Porque entonces aprendería
que, vista la tierra desde arriba, desaparecen todas las fronteras.
Cuando Jesús regresa a
Nazaret, sus paisanos le reprochan que no realice entre ellos sus milagros.
¿Querían satisfacer su
curiosidad? ¿Remediar sus necesidades? ¿Hacerse notorios entre los pueblos
vecinos? Jesús les responde que no se puede encerrar la redención en un pequeño
rincón de la tierra. Y les recuerda ciertos hechos de la historia de Israel.
Elías fue enviado por Dios
a socorrer a la viuda de Sarepta, en territorio extranjero. Y aunque entre los
judíos había muchos leprosos, Eliseo cura solamente a Naamán, un extranjero que
viene desde Siria.
Frente a nuestros
personalismos, el Señor coloca su mensaje de fraternidad universal. Ante
nuestros regionalismos, su doctrina de igualdad entre todos los hombres. Delante
de nuestros nacionalismos, su exigencia de colaboración internacional.
Alguien opina que los
cristianos somos con frecuencia aves de corto vuelo. Olvidamos que, desde el
principio, tenemos una vocación universal,
Los apóstoles no se
quedaron encerrados en el Cenáculo. Se repartieron por el mundo de entonces,
para repartir el mensaje del Señor. Luego, otros cristianos llevaron la Buena
Nueva a los pueblos distantes.
Muchas comunidades
cristianas no crecen difusivamente cómo la luz, cómo el viento, sino
circularmente cómo ciertas plantas: Cualquier movimiento revierte sobre ellas
mismas.
Vencemos este personalismo
si motivamos a los hijos frente a las apremiantes realidades sociales.
Superamos este
regionalismo, cuando el sistema educativo mentaliza a nuestra juventud y le
enseña que no estamos en el mundo para tener ni para dominar, sino para ser y
compartir...
Rompemos este nacionalismo,
cuando nos sentimos ciudadanos del mundo, comunicados con mucha gente que nos
necesita: Campesinos, indígenas, emigrantes, marginados...
Vivimos nuestra vocación
universal cuando social, económica y culturalmente, superamos todas las
fronteras.
Crecemos difusivamente cómo
la luz, cuando borramos las fronteras de todo el planeta y nos sentimos
ciudadanos del mundo.