I Domingo de Cuaresma, Ciclo C.
San Lucas 4, 1-13:
No nos dejes caer

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto) (Q.E.P.D)

 

"Jesús volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo". San Lucas, cap.4.

 

Ante una botella de vino dirán los pesimistas que está medio vacía. Nosotros preferimos afirmar que está aún medio llena.

 

Nos lamentamos demasiado de la sociedad actual. Pero conviene reconocer también las amplias posibilidades que ella tiene de vivir en justicia y libertad. Y cuando reflexionamos en la tentaciones de Cristo en el desierto, podemos descubrir caminos de cambio y de resurrección.

 

"Si eres el hijo de Dios dile a esta piedra que se convierta en pan". Una tentación de utilitarismo que también hoy nos empuja a buscar solamente comodidad y apariencias. Y no sólo de estas cosas se vive. Para ser personas, para ser cristianos, necesitamos amor, estímulo y capacitación. Con frecuencia  los objetos ahogan la posibilidad de diálogo, la capacidad de servicio, el sentido de comunicación y de entrega al otro. Y perdemos definitivamente la  alegría.

 

"Si te arrodillas delante de mí, todo esto será tuyo". Una nueva forma de idolatría que hoy nos acosa.  Somos adoradores del dinero, del qué dirán, de la posición social. Entonces la autoridad deja de ser servicio y se convierte en tiranía, mientras los otros enferman de rebeldía y ambición.

 

"Si eres hijo de Dios tírate de aquí abajo". Somos tentados de temeridad y nos hemos expuesto a peligrosas aventuras. Creemos que se puede cosechar sin sembrar. Nos distanciamos de los amigos, de los hijos,  por el mucho trabajo o las diversiones. Dejamos el hogar indefenso, sin oración, sin vida de sacramentos. Le encargamos la felicidad personal a los compromisos sociales o a las terapias sicológicas. No educamos para el amor y la libertad y enseguida nos destruye la carga negativa de la sociedad contemporánea.

 

Hemos separado sexo y amor, a los que Dios unió desde el principio y nos asustan luego la paternidad irresponsable y el egoísmo que nos cerca.

 

En este tiempo de renovación, la Cuaresma, tratemos de superar estos problemas. Los venceremos teniendo más en cuenta a las personas que a las cosas. Traduciendo a Dios en nuestra vida de una manera amable, que contagie y atraiga a los que nos rodean a una vida evangélica. Viviendo con más intensidad la vida de familia. Así nuestro mundo actual podrá cambiar de rumbo hacia mejores puertos.