III Domingo de Cuaresma, Ciclo C.
San Lucas 13, 1-9: Cuando venga el SeñorAutor: Padre Gustavo Vélez Vásquez m.x.y.(Calixto) (Q.E.P.D)
“Uno tenía una
higuera y fue a buscar fruto en ella y no lo halló. Dijo entonces al viñador:
Córtala. ¿Para qué ocupa lugar? Pero el viñador le contestó: Déjala todavía este
año. Yo cavaré alrededor y le echaré estiércol”. San Lucas, cap. 13.
El evangelio, la historia
de Jesús, vivida y después transcrita en un ambiente agrario, nos cuenta de
aquel hombre que tenia una higuera en su campo. Yendo a buscar sus frutos la
halló estéril. Entonces decidió cortarla. Pero el mayordomo, más paciente y
experimentado, ruega que la tolere un año más. El podará, cavará alrededor,
abonará sus raíces.
Muchos nos sentimos
retratados en esta parábola. En vano ocupamos un lugar. No aportamos nada a la
familia. Somos parásitos en la sociedad. La Iglesia no cuenta con nosotros.
Mientras tanto pasan los
días. Perdemos el tiempo, la ilusión y la vida.
Pero el Evangelio abre
siempre una puerta a la esperanza.
El mayordomo insiste. Aún
hay tiempo. Conviene podar la higuera, cavar alrededor, abonar las raíces.
Ignoramos si la presente es
una última oportunidad. ¿Cuál será nuestro último año? ¿Cuándo regresará el
Señor?
En un hospital agoniza una
mujer. Obsesionada, clava la mirada en sus manos abiertas contra la luz de la
ventana.
¡Mírenlas, dice, están
vacías, vacías, no llevan nada!
Entretanto, otros van
gastando su vida en el servicio: Madrugan, caminan, miran a los ojos, escuchan,
comunican, leen, intuyen, buscan, son inconformes, nunca se jubilan. El alma se
les asoma al rostro, sus manos van de viaje y su memoria rebosa de nombres y
recuerdos.
Dan fruto. Transforman el
mundo. Por ellos se multiplica el pan, se construye la paz, los problemas
encuentran soluciones. Ellos se sientan con la gente y les dan motivos para
seguir viviendo. Comparten su energía y están siempre ahí cuando los necesitan.
Es bueno vivir a su lado.
Estos no ocupan en balde su
lugar. Y al venir el Señor, los hallará con las manos colmadas.
Dice el Profeta Jeremías:
"El justo se parece a un árbol plantado al borde del agua. Hunde sus raíces en
tierra húmeda. No teme cuando venga el calor. En año de sequía no se inquieta y
abunda en buenos frutos".