IV Domingo de Cuaresma, Ciclo C.
San Lucas 15, 1-3. 11-32: Ya no quedan más preguntas

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto) (Q.E.P.D)

 

“El joven, recapacitando, se dijo: Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré : “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti". San Lucas, cap. 15.

Todos intentamos alguna vez este largo itinerario. Atrás quedarían los cerdos. Delante, un padre que aguardaba cada tarde.

Cansados de soledad, fatigados de angustia, mirando desconcertados nuestra ingratitud, dijimos cómo el pródigo: "Me levantaré e iré a mi padre".

Entonces nos llenamos de ilusión, los ojos se nos colmaron de alegría, y advertimos que el mundo era distinto.

Pero muchos nos hemos quedado a mitad del camino. Despojándonos de la vieja condición, no alcanzamos el banquete del padre.

Al releer hoy esta parábola, ¿Por qué no reemprender la marcha ? Si alguno ha empezado a ser distinto, pero lo desanima el ambiente que lo rodea, piense en la satisfacción de ser auténtico, de avanzar respondiendo a su conciencia.

Si un joven comprende los perjuicios de la droga, pero de pronto se siente sólo, perseguido por mil fantasmas, amenazado en su interior, recuerde que más allá le aguarda la alegría de haberse reconciliado consigo mismo, el orgullo de saber manejar sus propias situaciones.

Si un esposo o una esposa, a pesar de su esfuerzo, vuelven a caer en lo mismo: Incomprensión dureza, tal vez infidelidad, revivan el ideal que soñaron un día. Quizás ahora está más cerca de sus manos y de su corazón.

Si alguien regresa a la fe, pero luego le pesa la rutina, comprenda que la Iglesia también es falible, humana, contagiada de muchas pequeñeces. Ella es apenas un signo desvalido del amor del Señor.

Si otro no alcanza a entender el valor de los Sacramentos, estudie, consulte, investigue. Es reconfortante descubrir que ellos vienen de Dios. Que son fuerza para sostener al creyente. Que construir la Iglesia es un largo programa.

Malcom Muggeridge, el cáustico escritor inglés, descargó hace algún tiempo su fardo de contradicciones ante el altar de una capilla rural en el condado de Sussex. Con su esposa ingresó a la Iglesia católica. Su decisión de convertirse fue inspirada por el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta.

Según sus palabras, había en él un deseo de regreso al hogar, un anhelo de responder a una campana que sonaba hace tiempo en lejanía, de ocupar su lugar alrededor de la mesa familiar.

Y añadía el escritor al salir de la capilla: "Me siento cómo cuando se ama a una mujer y se le propone matrimonio. Ya no quedan más preguntas".