III Domingo de Pascua, Ciclo C.
San Juan 21, 1-19:
¿Me amas más que estos?

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto) (Q.E.P.D)

 

“Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: ¿Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos? Pedro le contesto: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”. San Juan, cap. 21.

Si leemos despacio el Evangelio, descubriremos la metodología de Cristo. La de un consumado Maestro.

A veces condensa su mensaje en una frase corta: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos". "El que no ama permanece en tinieblas". "La mies es mucha, los obreros pocos".

Otra veces responde a sus discípulos contando alguna historia: "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó". "Era un hombre rico que tenía un administrador injusto...". "Había un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres".

Los oyentes grababan fácilmente la narración y sacaban las conclusiones.

Pero, en otras ocasiones, Jesús prefiere preguntar al auditorio. Pregunta, porque respeta profundamente a sus interlocutores. Desea sugerir antes que imponer su doctrina. Pregunta, porque sabe que cada cual vive una circunstancia diversa ante el mensaje. Pregunta, especialmente cuando alguien ha obrado mal o se halla en dificultades. Quiere, en compañía de la gente, encontrar solución a los problemas.

-"¿También vosotros queréis marcharos?", les dice un día a los apóstoles, frente a la desbandada de algunos.

-"Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas?', interroga a Nicodemo. "Y vosotros, ¿quien decís que soy yo?, pide a sus íntimos..."

Y a la orilla del lago, pocos días después de la resurrección, le pregunta a Pedro, en presencia de los demás apóstoles: "¿Simón, hijo de Juan, me amas más que estos?".

En el capítulo XIV de San Marcos quedarían consignadas las tres negaciones de Pedro. Humildemente el apóstol le habría contado a Marcos, su discípulo, el episodio en casa del Sumo Sacerdote.

La pregunta de Cristo coloca a Pedro ante una dolorosa alternativa: Si responde al Señor que sí lo ama, los apóstoles le llamarán mentiroso. Si contesta negativamente, le acusará su propio corazón. Y por tres veces se le pide que declare su amor y adhesión.

Entonces se revela la pericia del viejo pescador, el sentido práctico de un hombre acostumbrado a sortear tempestades: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero".

Quienes hace unos días, al celebrar la Pascua, hicimos inventario de nuestra vida, encontramos en esta respuesta de Simón nuestra frase bandera.

Las caídas disminuyen el amor con que buscamos a Cristo. Pero el amor disminuye la gravedad de nuestras faltas.

Esta respuesta sincera, valiente y humilde a la vez, también a nosotros nos serena el corazón. También enciende para nosotros la esperanza.

Y sentimos a Cristo más próximo, más hermano, más amigo de quienes vamos de viaje, con los pecados de cada día a cuestas.