Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Gestores de un proyecto

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Dijo Jesús: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”. San Lucas, cap. 14.


A un connotado pianista chileno fallecido en 1991, Claudio Arrau, se le atribuye esta sabia sentencia: “Para triunfar en el arte, los ingredientes pueden ser 3% de talento y 97% de sudor”.

Algo semejante descubrimos en el proyecto cristiano, aunque los porcentajes de la gracia de Dios y de nuestros esfuerzos no son medibles. Y de otro lado, el aporte del Señor es siempre superior a los nuestros.

Jesús nos dice que, si queremos seguirlo, hemos renunciar a muchas cosas. Algo que los traductores presentan como negar, aborrecer, rechazar, dejar, olvidar.

Lo cual significa amar a Dios en primer lugar, dejando en segundo lugar otros amores: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos… e incluso a sí mismo, no puede ser mi discípulo”.

Los tres primeros evangelistas coinciden en esta enseñanza de Jesús, con ligeras variantes. Lo cual indica que estamos ante palabras auténticas del Señor.

Algunos pudieran leer a la ligera este párrafo, para concluir de inmediato: Lo divino se enfrenta a lo humano. O también: Jesús presenta un ideal que destruye de plano todo lo nuestro. Especialmente nuestros mecanismos de realización y de felicidad.

Pero el asunto no es así. El mismo Dios, quien nos creó como su obra maestra, es el mismo que se hizo hombre en Jesucristo. Él vino a esta tierra no a destruir, sino a perfeccionar el universo.

De allí que el negarse a sí mismo, el tomar la cruz, el seguir de cerca al Señor, son formas de enseñarnos: Deja de lado cuanto no contribuya a tu crecimiento. Cumple diariamente tus tareas, con eficiencia y con amor. Estudia atentamente la persona de Jesús y los valores que Él nos presenta. Entonces sí, serás un hombre auténtico. O por lo menos, para no hacer cuentas alegres, serás alguien en camino hacia el ideal.

Sobre esta lección del Señor, podríamos improvisar una parábola: A un hombre se le confió sacar adelante cierta empresa, que se encontraba en quiebra. Con todo entusiasmo comenzó a evaluar los pasivos de la entidad, a inspeccionar los mecanismos de producción y de mercadeo. Examinó la carga prestacional, revisó detenidamente la planta física. Conoció uno a uno a los empleados y a los obreros.

Todo ello le exigió paciencia, prudencia y perseverancia. Tuvo que renunciar a muchas diversiones en compañía de sus amigos. Recortó sus horas de sueño y sus prolongados ocios. Soportó tediosas reuniones, manteniendo a raya su temperamento impulsivo. Pero la empresa en pocos años salió adelante. Y todos, socios, empleados, él mismo y su familia estuvieron felices.

San Lucas añade una advertencia: El seguimiento de Cristo, que hoy llamaríamos también proyecto de vida cristiana, requiere cierta planeación

Y nos habla de alguien que quiso edificar una torre. No sabemos si para defender la ciudad, embellecer su palacio, o vigilar sus eras. Pero luego no pudo terminar y se ganó las burlas de los vecinos.

De mi parte, yo quiero culminar este proyecto de ser cristiano de veras. ¿Tú has resuelto quedarte a mitad del camino?