Jueves Santo

San Juan 13, 1-15: La víspera de su Pasión

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. San Juan, Cáp. 13.

1.- “Cuando Jesús llegó al recinto, escribe Martín Descalzo, había allí un fuerte olor a grasa y a especias picantes. El dueño de casa le mostró la sala preparada, preguntándole si quedaba a gusto y el Maestro respondió con una sonrisa agradecida”. Pedro y Juan habían traído el cordero degollado en el templo, y asado luego en un horno de ladrillo. Ayudados de las mujeres, llevaron también el pan sin levadura y el vino que, por aquellos días, vendían los levitas a los numerosos peregrinos.

Se trataba quizás de la tercera Pascua que los apóstoles celebraban con el Maestro. Pero aquella noche, todo era distinto. Un amargo presentimiento se cernía sobre el grupo y el rostro del Señor se había vuelto taciturno. El ritual se llevó a cabo con ciertas variaciones. Al comienzo, Jesús quiso lavar los pies de sus discípulos. Según las costumbres de Israel, los esclavos lo hacían con sus amos antes de la cena. Pero los siervos judíos estaban dispensados de este oficio.

2.- Ante la resistencia de Pedro, el Señor declara que es condición para compartir su amistad, aceptar este lavatorio y aprender su significado. Según su costumbre, el Señor primero realiza un signo y luego presenta una enseñanza. Aquí nos motiva a servir con humildad a todos los hermanos.

La celebración pascual seguía adelante. Los presentes compartieron el cordero asado, el pan sin levadura y las legumbres mojadas en vinagre. Varias copas de vino circularon entre los asistentes, acompañadas de salmos. Cuando algunas mujeres avivaron los braseros, Jesús proclamó, de manera solemne la ley fundamental del Nuevo Testamento: “Os doy un mandato nuevo: Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros”.Un mandamiento nuevo que supera todas las tradiciones judías. Un amor que no se basa en la bondad del otro, sino en la propia generosidad. Un precepto que camina a la zaga del amor que Jesús demostró hacia nosotros: “Como yo os he amado”.

3.- Pero además, aquella noche, Jesús hizo entrega de su misión a los apóstoles: “Tomen y coman de este pan. Tomen y beban de este cáliz. Hagan esto en memoria mía”. No era claro para los apóstoles este deseo de Cristo. Sin embargo, unas semanas más tarde, reunidos con los primeros creyentes, comenzaron a repetir ese gesto de Jesús ante el pan y el vino, y comprendieron que durante su despedida, el Señor les había compartido su sacerdocio. De allí en adelante serían los continuadores de la obra de Jesús, por su presencia en las comunidades, el anuncio de la Buena noticia y el servicio a todos los hombres.

4.- “Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos”...Así aprendimos a rezar desde niños. Pero antes de la Cruz del Señor, la señal que nos distingue a los cristianos es el amor: “En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros”. Un amor que alimentamos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Un amor que alcanza aun al enemigo. Un amor que el Maestro sigue enseñando en cada comunidad creyente, por medio de nuestros sacerdotes. Viernes Santo