IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 7, 21-27: Del dicho al hecho

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Dijo Jesús: No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. San Mateo, Cáp. 7.

1.- La cita es de André Sevè: “He aquí la raza que se complace en leer y en consultar: Hábleme de Dios. Dígame cuál es el mejor libro para hacer oración. Saben todo lo que hay qué saber, pero qué pena cuando miramos cómo viven esos inquietos, esos amargados, esos egoístas, esos cactus que habrán rezado mil veces el Padrenuestro, sin haber concedido un solo perdón”.

Durante el Sermón del Montaña, Jesús nos invita a recorrer el camino entre las palabras y la conducta diaria. A recorrer el trecho que separa la fe de la vida: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Y añade el Maestro que en el último día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre echado demonios y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados”.

2.- Mientras avanzamos en la universidad llenamos la mente de teorías, principios, conocimientos, métodos, en fin, de utopías. Luego nos dan un título. Pero solamente seremos profesionales cuando, enfrentados a la lucha diaria, llevamos a la práctica nuestra sabiduría. Entonces habrá que enmendar muchas cosas, completar, acomodar, concretar todo lo de ayer para fabricar un hoy eficaz y dinámico. Lo propio sucede con la vida cristiana. Muchos libros, numerosos retiros, sabias conferencias. Pero se es cristiano de veras solamente en los deberes diarios. Cuando nos enfrentamos a esta familia, este trabajo, esta dolorosa circunstancia. Si allí traducimos el Evangelio, estaremos cumpliendo la voluntad del Padre de los Cielos.

3.- Enseguida Jesús presenta un ejemplo de la vida cotidiana. Al llegar el tiempo de las lluvias no era extraño que algunas edificaciones, levantadas a la ligera, sucumbieran ante ímpetu de las aguas. “Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, que se hundió totalmente”. Y el Señor advierte que algunos edifican su casa sobre roca. Otros, por el contrario, sobre arena.

En la vida cristiana se dan situaciones particulares, frente a las cuales nuestras convicciones se derrumban. Verbigracia el perdón fraterno, la rutina de una vida en familia, la honradez cuando lo contrario trae ventajas, la enfermedad, la traición de los amigos. Entonces ya no basta gritar: ¡Señor, Señor! Es necesario aceptar con humildad la propia historia y continuar creyendo, a pesar de las sombras.

4.- “Los católicos me ponen nervioso, dice un autor, porque con frecuencia juegan sucio. Los protestantes me irritan con su manoseo de conciencias. Me aburren los ateos porque siempre hablan de Dios”. También los fanáticos y los ingenuos molestan en la sociedad. Pero los discípulos de Cristo somos personas comunes y corrientes. Sólo que tratamos de calcar en nuestra vida los criterios y actitudes de Jesús de Nazaret. Sólo que procuramos mantener un corazón vivo y limpio. No un cactus dentro del pecho, que es sólo sequedad y espinas. Sólo que, a pesar de las propias limitaciones y pecados, procuramos vivir lo que creemos.