Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista

San Lucas 1, 57-66.80: El manager de Cristo

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes se congratulaban con ella. Entonces tomando la palabra dijo: Se ha de llamar Juan”. San Lucas, Cáp. 1.

1.-Los grandes personajes de la vida política, económica o artística, tienen a su servicio laboriosos encargados de sus giras y apariciones en público. Juan cumplió esa tarea en relación al Mesías, con asidua consagración y elegancia.

Los cuatro evangelistas nos informan sobre la persona del Bautista, cada cual a su estilo. San Lucas describe con detalles su nacimiento, el sentido de su predicación y las circunstancias de su muerte.

Según las costumbres judías al hijo mayor se le imponía el nombre paterno. Le habrían llamado entonces Zacarías, que significa “Yahvé se acordó”. Lo cual le vendría bien, pues llegaba a un hogar golpeado por la esterilidad.

Sin embargo, cuando van a circuncidar al niño, Isabel advierte: “Se ha de llamar Juan”. Un nombre que quiere decir: “Yahvé se ha compadecido”. Y el padre, escribiendo en una tablilla, lo confirma. Tal nombre encierra la generosa actitud del Señor al enviarnos a su Hijo: “Para salvarnos y darnos ejemplo de vida”, como rezan los catecismos tradicionales.

2.- Al iniciar su vida pública, Jesús verifica que, por la predicación de su pariente, un grupo numeroso ya sabe que el Salvador está próximo y han dispuesto sus corazones para acogerlo. Le había dicho al pueblo que Dios nunca lo había olvidado. Que muy pronto llegaría Alguien. El que quita “quita los pecados del mundo”.

Pero llama la atención la sencillez y honradez que demuestra el Precursor en su oficio: “Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle sus sandalias”, leemos en san Mateo. “Yo no soy el Cristo. Yo soy la voz que clama en el desierto”, dice el cuarto evangelio.

3.- Luego de la resurrección del Señor, la fe en Jesús de Nazaret comenzó a extenderse por toda la tierra, por medio de los apóstoles. Más tarde tomaron el relevo muchos hombres y mujeres, que conformaban las primeras comunidades. Eran ellos ricos y pobres, nobles y plebeyos, obreros, campesinos, jóvenes y gente mayor.

Hasta que ese anuncio llegó a nuestro hogar. Razón por la cual muchos de nosotros hoy nos decimos cristianos. Un anuncio que no fue solamente palabrería y fórmulas, sino un convencimiento vital de Jesús como Hijo de Dios.

Toca entonces a cada uno de nosotros continuar esa cadena de anunciadores, impulsados por el Evangelio. En vez de aquel desierto y la ribera del Jordán, está mi casa, mi oficina, mi barrio, donde con la seguridad que da la fe, preparo la llegada de Cristo, quien transforma la vida y nos empuja hacia los bienes que no se marchitan.

4.- Conocemos a muchos que reviven el oficio de Juan entre nosotros. Clarifican la esencia de la fe, dejando a un lado tantas adherencias inútiles. Remozan el rostro de la Iglesia, enseñando a leer la historia con humildad y realismo. Indican que lo central del cristianismo es la persona del Señor Jesús. Caminan al lado de todos, entre gozos y esperanzas, cerca de sus angustias y sus dolores. Todos ellos son ediciones actualizadas de aquel manager del Señor, que hace dos mil años preparó el mundo para la llegada de Cristo, nuestro Salvador. Galería de retratos.