Solemnidad. La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

San Lucas 1, 26- 38: ¡Alégrate, María!

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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"El ángel entrando a la presencia de María, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre las mujeres". San Lucas, Cáp. 1.

1.- Parece que el tercer Evangelio, el cual formaba una sola obra con los Hechos de los Apóstoles, tenía como inicio el actual capítulo IV donde se narra la visita de Cristo a la sinagoga de Nazaret. Sólo que más tarde, a ruego de las comunidades, se añadieron los primeros capítulos que nos cuentan la infancia del Señor. Además, en tiempos de San Lucas, la historia no se escribía al estilo de hoy, los evangelistas son ante todo catequistas. Nos quieren explicar quién es Jesús, sin preocuparse mucho de fechas exactas y de cifras.

En el pasaje de la Anunciación encontramos que un ángel del Señor visita a Nazaret, pueblo pequeño que el escritor llama ciudad. Allí vive una virgen, desposada con cierto José de la tribu de David. Ya están desposados, pero aún no viven juntos. El ángel saluda a esta joven deseándole gozo: Alégrate María, porque las cosas de Dios, si bien de entrada no las comprendemos, producen alegría. Hacen brotar paz en el alma al sentirnos amados. Al comprobar que el Señor nos tiene en cuenta.

2.- Para nosotros el que Jesús haya nacido de una virgen, es un signo admirable. Que una mujer, sin concurso de varón, como anunció Isaías, conciba y dé a luz un niño, señala algo extraordinario. De tu seno, explica el ángel, nacerá el hijo del Altísimo. También en el contexto judío un nacimiento de madre virgen, significaba algo peculiar, pero desde otro ángulo. Porque entonces la mujer era un ser despreciable. Los rabinos repetían tres motivos para agradecer a Yahvé cada mañana: El haber nacido varones, conocer la ley y formar parte del pueblo escogido.

Pero era mayor la indignidad de una virgen o de una madre estéril "la herencia del Señor son los hijos, dice el salmo 127, su recompensa el fruto de las entrañas". Y Amós para ilustrar la miseria del pueblo alejado de Dios, lo compara con una virgen sin descendencia.

3.- Así, Nuestra Señora como mujer y virgen, es la mejor representante de los pobres y de los despreciados. De aquellos que nos vemos incapaces, en medio de dolorosas circunstancias. De cuantos sentimos el peso de nuestro mal, pero tratamos de esperar en Dios, a todos ellos miró el Señor con bondad e hizo cosas grandes entre los humildes.

Esta confianza pequeñita en el Señor puede despertar nuestra alegría. En algún diario de una ciudad utópica, pudiéramos leer en Navidad: Eliminados todos los dolores, se les devuelve la salud a los enfermos, déficit total de delincuencia. Respeto absoluto entre los conciudadanos. La paz es desde hoy gratuita y obligatoria. Titulares que harían saltar de gozo los ojos y el corazón.

Sin embargo, otra noticia --real y verdadera-- colma ahora de dicha a todos los creyentes. En tiempos del emperador César Augusto, siendo Cirino gobernador de Siria, Dios se ha hecho hombre en las entrañas de María. ¿Cómo no celebrar tan grande maravilla con los ojos despiertos y el alma encendida en gratitud?