Miercoles de Ceniza, Ciclo B

San Mateo 6, 1-6.16- 18: Primeros auxilios para el alma

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Dijo Jesús: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial” (San Mateo 6, 1).

1.- Nuestros antepasados en la fe, al prepararse a la Pascua durante cinco semanas, más que renovar su fe en Cristo resucitado, verificaban su condición de pecadores. Se habían marcado la frente con ceniza y atemorizados ante la muerte, deseaban convertirse. Era un tiempo más o menos triste, de agobio diríamos, al comprobar la propia flaqueza. Hoy han cambiado muchas cosas en la forma de vivir la Cuaresma. Cuenta, eso sí un esfuerzo por convertirnos, pero apoyados ante todo en la persona de Jesús, quien ha vencido el pecado y la muerte.

2.- Los textos que trae la liturgia de estos días, nos ofrecen valiosas ayudas para este proyecto. Jesús les ha señalado a sus discípulos un ideal de felicidad, de plenitud, en el Sermón de la Montaña. Pero enseguida les sugiere varias herramientas para lograr tan codiciada meta. Entre ellas, tres muy concretas: No obrar nunca buscando alabanzas de la gente. Orar desde lo profundo del corazón. Y un estilo de ayuno, que hemos de entender desde renovados esquemas. Leemos en San Mateo: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre está en los cielos”. “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, apunta el evangelista.

3.- Ésta que llamaríamos vida oculta del creyente lo enriquece sobremanera. Nos remite además a los treinta años que vivió Jesús en Nazaret, desconocido de todos, pero cumpliendo la voluntad del Padre Celestial. San Mateo nos presenta además la imagen de ese Dios bueno y misericordioso, al cual hemos de regresar en tiempo de Cuaresma. “El que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos”. El que alimenta los pájaros del cielo y viste los lirios el campo, con más lujo que al mismo Salomón. Jesús señala igualmente la importancia de la oración, en ese mismo contexto de confianza hacia Dios y de recato: “Cuando vayas a orar entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora en secreto. Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará”.

4.- Para los discípulos de Cristo el ayuno y la abstinencia son tradiciones respetables, pero que conviene adaptar a las actuales circunstancias. Lo que el Señor quiere no es privación de alimentos, sino que proyectemos nuestra caridad hacia los más necesitados. La templanza continúa siendo una de las cuatro virtudes cardinales, de aquellas de vida que identifican nuestra conducta cristiana. Pero por encima de ellas ha de estar siempre la caridad. Comprenderemos entonces que la esencia de la Cuaresma cristiana consiste en una revisión de vida, muy sincera y profunda, de cara a Jesús resucitado, quien ha vencido el pecado y la muerte.

Fortalecidos con estos primeros auxilios: Modestia en el obrar, oración y servicio a los pobres, nuestra fe será más viva, más segura nuestra esperanza, nuestro amor a Dios más ardiente. El Señor quiere crear en nosotros un corazón puro y devolvernos la alegría de la Salvación. Seremos entonces, como dice san Pablo escribiendo a los corintios, “embajadores de Cristo. Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios”.