Vigilia Pascual

San Marcos 16, 1-7: La ilusión del cielo

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Las mujeres vieron entonces a un joven, sentado a la derecha del sepulcro y vestido de blanco. Y él les dijo: No os asustéis. No está aquí. Ha resucitado”. San Marcos, cap. 16.

1.- La palabra ilusión tiene entre otros, dos significados: Uno de ellos, la búsqueda de un bien etéreo, inexistente. Pero un segundo, que encierra la proyección hacia algo maravilloso que nos aguarda, de lo cual estamos casi seguros. Con razón alguien nos motiva a los creyentes, a alimentar una continua ilusión por el cielo.

Nuestra fe se apoya en un hecho fundamental: Jesús de Nazaret, al morir, venció la muerte. En otras palabras, le cambió sus reglas de juego. De allí en adelante morir no es destruirse. Es participar con Cristo en su Resurrección. Pero nos preguntamos: ¿De qué manera actuó el Maestro, si la Enemiga continúa venciendo a los hombres de todos los siglos?.

2.- Al aceptar la muerte, el Señor Jesús vuelca sobre la humanidad todo el amor de Dios. Nos convierte entonces en criaturas nuevas, capaces de compartir su inmortalidad. No importa que por un corto espacio suframos el eclipse de la muerte. Sin embargo, aunque el hecho de morir sigue siendo idéntico, sus consecuencias son totalmente distintas.

Muchos textos del Antiguo Testamento lamentan la tragedia de los mortales. En cambio, el Nuevo Testamento nos enseña: “Quien cree en ti, Señor, no morirá para siempre”. Isaías trae un párrafo que acostumbramos leer en Navidad. El profeta señala que en los tiempos futuros “de las espadas se forjarán arados y de las lanzas podaderas”. Lo cual un escritor presenta en versión más moderna: “Entonces de los fusiles fabricaremos bicicletas para los niños pobres y con las ametralladoras, patines”. Como quien dice: Los metales continúan siendo los mismos, la obra final será distinta.

3.- Al resucitar, Jesús le ha cambia su sentido a la muerte. Antes era ella una enemiga que los artistas presentaban con terríficas formas. Ahora es una bondadosa nodriza, que nos ayuda a nacer a la vida verdadera.

En la noche de Pascua, apenas unas horas luego del Viernes Santo, la liturgia hace énfasis en el paso que con Jesús da la humanidad, de la muerte a la vida. Del pecado a la gracia.

4.- Todos los signos religiosos de esta noche apuntan a ese objetivo. Lo que hizo el Hijo de Dios, al dejarse atrapar por la muerte: El fuego nuevo, el cirio encendido que representa a Cristo. El agua que bendecimos como elemento regenerador, la invocación de los santos, la celebración del bautismo, el canto del Gloria y del Aleluya, que estuvieron ausentes en la Cuaresma. Inauguramos ahora un tiempo nuevo. Encendemos de nuevo nuestra ilusión por el cielo.

Para algunos cristianos la fe es sólo un esfuerzo por mantenerse en gracia. Cabría otra actitud más simple, pero más instructiva y excelente: Una enorme seguridad del poder de Dios en mi vida. Ninguna de mis culpas me destruirá completamente. Si sufro unido al Señor, ese dolor tiene poder de gloria. Si alguna enfermedad me aqueja, se avecina mi liberación. Si voy a morir no es algo que me vaya a suceder. Es Alguien que viene amorosamente a mi encuentro.

Conviene entonces que alimentemos cada día la ilusión de morir. Mejor aún, la ilusión por la vida perdurable.