III Domingo de Pascua, Ciclo B
San Lucas 24,35-48:
Buen material didáctico

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez  m.x.y.(Calixto)

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Jesús se presentó en medio de los discípulos y les dijo: Mirad mis manos y mis pies. Y añadió ¿tenéis ahí algo que comer?. Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. San Lucas, cap. 24.

Según santo Tomás de Aquino, son cuatro las cualidades de los cuerpos gloriosos: Impasibilidad, pues ya no sufren dolores ni muerte. Agilidad, para desplazarse de inmediato hacia donde deseen. Sutileza: Pueden atravesar los cuerpos materiales. Y claridad: Una belleza radiante, que varía de acuerdo a la santidad de cada mortal.
Agradecemos al Doctor Angélico, pero su explicación nos deja un poco perplejos. Tal enseñanza parece apenas una intuición relacionada con Jesús resucitado. Y además nos la presenta desde nuestros esquemas terrenales.
Las condiciones de un cuerpo resucitado han de ser mucho más de cuanto podamos ahora imaginar.
Desde sus comienzos las primeras comunidades cristianas repetían que Jesús subió al cielo está sentado a la derecha de Dios. Lo cual, según muchos teólogos, ocurrió de forma inmediata a la muerte del Señor. Sólo que hubo de necesidad de una posterior presentación, más plástica, para que los apóstoles asimilaran el acontecimiento. De allí el relato de la Ascensión que nos ofrecen los evangelistas.

Pero el Señor Resucitado necesitaba relacionarse con los suyos para confirmarlos en la fe. Para esto empleó un valioso material didáctico, que lo acercara a sus desconcertados discípulos. Ya no estaba por los caminos de Galilea, a la orilla del lago, por el camino que sube de Jericó a Jerusalén.

Se hizo entonces visible a María Magdalena, quien lo confundió con el hortelano. Acompañó a unos viajeros que iban camino hacia Emaús. Se hizo presente a los apóstoles reunidos en el cenáculo. Pero además los invitó a comprobar físicamente que era Él mismo, que un fantasma no tiene carne ni huesos. Les mostró las señales de los clavos, de la lanza en su costado.

San Lucas cuenta además que otro día, les pidió algo de comer y los discípulos le ofrecieron un trozo de pez asado.

Al correr de los años, el Señor Resucitado fue cambiando su pedagogía, para ofrecer otros mecanismos de enseñanza.

Aquel método empleado con sus primeros discípulos pudo ser un poco infantil. A la medida de quienes apenas comenzaban a creer.

Ahora el Maestro dispone de otro variado y rico material pedagógico. Las ciencias a granel se lo proporcionan. El conocimiento de la naturaleza, desde los astros hasta los abismos del mar. Una asombrosa maquinaria en movimiento, bajo estrictas leyes que la equilibran y proyectan. Todas las dimensiones del arte que son, bien lo sabemos, la acertada y hermosa combinación de las cosas posibles. La bondad y la verdad que envuelven toda la tierra, no obstante lo negativo que a veces las opaca.

Una madre de familia elabora, desde la fe cristiana, el suicidio de su hijo. Un profesional acepta una grave enfermedad con serenidad y esperanza en el Señor. Un misionero se gasta tres años aprendiendo una abstrusa lengua, para predicar el evangelio a otros hermanos. Alguien regresa a la fe, luego de muchos años de amarga lejanía, solamente al leer el Evangelio.

Todo ello nos indica que Jesús vive y actúa entre nosotros. Decid, si preguntan dónde, que Dios está -sin mortaja- en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.