La prueba reina

Domingo III de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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"Por aquel tiempo, Juan que estaba en la cárcel, envió dos discípulos a 
preguntar a Jesús: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?". San Mateo, cap.11.

¿Jesús y su pariente el Precursor, tendrían algún encuentro previo para planear estrategias? No consta en los evangelios. Sólo se dice que el carpintero de Nazaret bajó en busca de Juan, para hacerse bautizar, como muchos de sus paisanos. Un acontecimiento que los evangelistas presentaron luego, desde la fe, como una teofanía. Es decir, una solemne manifestación de Dios: Se abre el 
cielo, desciende una paloma, y una voz de lo alto anuncia que Jesús es el hijo predilecto del Señor.

Pero ha corrido el tiempo. Se ha realizado aquel deseo del Bautista: 
"Conviene que Él crezca y que yo disminuya". Ahora el Precursor está preso en Maqueronte, la fortaleza reconstruida por Herodes Antipas en las orillas del mar Muerto, como cárcel y palacio de invierno.
No es fácil comprender el estado de ánimo de este hombre rudo, que le entregó su vida a la causa del Maestro y ahora siente que su fin está próximo.

Los discípulos que lo visitan, cuentan sobre las obras que realiza el nuevo profeta que vino de Galilea.
¿Entonces qué? ¿Si es el Mesías no podría liberarlo? ¿Dudaba de Jesús el Bautista, o más bien sus discípulos?

De otra parte, el estilo de vida que mostraba Jesús no correspondía del todo con aquel anunciado por el hijo de Zacarías. Nada de cortar de una vez los árboles estériles, ni separar de inmediato el trigo de la paja.
Por el contrario, Jesús acostumbraba juntarse con publicanos y pecadoras.

Entonces Juan manda preguntar a Señor con algunos de sus allegados: 
"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?".

No explica ningún evangelista dónde encontraron a Jesús aquellos mensajeros. ¿Los recibiría pausadamente? ¿Les preguntaría con detalles sobre la situación de su precursor?
San Mateo se atiene a lo esencial. El Maestro responde sobre un texto, donde Isaías explica la misión del futuro Mesías: "Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: Los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios.a los pobres se les anuncia la Buena Noticia".

Esta es la prueba reina que acredita al Señor como Mesías. Alguien que no trabaja entre las nubes, sino sobre circunstancias concretas. Su respuesta colocaba, según la tradición bíblica, a los pobres, a los humildes, a los necesitados, como los preferidos en su programa. Ellos nos garantizan que Jesús es el Hijo de Dios. Y
dan fe de nuestra condición de discípulos.

Cuando llega diciembre, una nueva alegría nos inunda, pero además muchas perplejidades nos asedian. Conviene entonces preguntarnos si para nosotros Jesús es de veras el Salvador. A lo cual no respondemos de forma suficiente con bonitos pesebres, ruidosas celebraciones, emoción compartida en estas fechas.
Jesús es el Mesías, y nosotros sus discípulos, de acuerdo a lo que hacemos a favor de los necesitados. Si proyectamos transparencia en nuestro entorno. Si somos responsables en la familia y en la empresa. Si con nuestro esfuerzo hemos logrado que alguien camine, que alguien vea, que alguien quede limpio de su lastimoso pasado. Que alguien se sane de su pobreza y de su soledad.