Ese punto de apoyo

Domingo V de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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"Dijo Jesús: No se inquiete vuestro corazón. Creéis en Dios, creed 
también en mí. Yo soy el camino, la verdad y la vida". San Juan, cap. 14.

Sería muy peligroso mantener quieto el corazón, como dice Jesús. Aunque 
la ciencia de ese entonces ignoraba la diástole y la sístole.
Pero entendemos que el Maestro habla en un sentido figurado, cuando 
consuela a sus angustiados discípulos, la víspera de su muerte, invitándolos a apoyarse en la fe. Fe en el Señor, aquella que como hijos de Abraham,
profesaban. Y fe en él, que muchas veces se les había mostrado como el 
Hijo de Dios.

Este apoyarse en alguien fue un elemento esencial del judaísmo. Para un 
pueblo sojuzgado en Egipto, peregrino por el desierto, desterrado, pobre, y en muchas ocasiones huérfano de profetas, creer era poner su toda su confianza en Yahvé. Y tal actitud perseverante los sacó adelante. Por esto los rabinos insistían en la sinagoga: Recordemos las maravillas que el Señor ha hecho a favor 
nuestro.

Podemos preguntarnos si la angustia que hoy a tantos y tantas aflige, no nacerá de una cruel soledad interior.
Arquímedes de Siracusa afirmó un día: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". "Todo lo puedo en aquel que me conforta", escribía san Pablo.

El progreso, la tecnología, las comodidades no han podido vencer esa sensación de desamparo que padecen, aun muchos cristianos practicantes. Con la fatal consecuencia de un sicología averiada definitivamente.
Unos dirán que están pagando un karma. Otros, que alguien les ha hecho 
un conjuro. Otros, que la sociedad todo lo corrompe. Otros se creerán víctimas sobre las cuales un dios extraño descarga sus furores.
De otro lado, una religión mal enseñada agrega no pocos elementos negativos a tal situación. Añade a esta vida tan ardua, el miedo a un Dios contabilista que exigirá cuentas "aún de los pecados ignorados". ¿Tenía entonces razón quien definió esta tierra como un valle de lágrimas?
Pero el proyecto de Jesús no ha fracasado. Y quienes, entre tantos dolores y tragedias, procuramos llevar una vida serena no conformamos una oligarquía de creyentes. Sólo que día y noche nos apoyamos en Cristo Jesús, quien nos ha dicho: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Lo dicen los sicólogos: Todos necesitamos un soporte en medio de tantas 
tempestades. Añaden los maestros de Espíritu: Jesucristo es la piedra angular. La que nos brinda seguridad y equilibrio.
No es lo mismo sufrir cuando sabemos que hay Alguien con nosotros. Que ese Alguien nos ama y es todopoderoso.
Así entendemos, poco a poco, que el mal es relativo y pasajero. Que esta vida es ensayo y preludio de otra definitiva y mejor.
De lo contrario la actitud más lógica, frente a los problemas, será el odio, la rebeldía contra el propio destino, la droga o el suicidio.

San Ignacio de Loyola, mortal y sufriente, como todos nosotros, nos presenta su esfuerzo por apoyarse en Dios, en una súplica de hondo sentir: "Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed según vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me 
basta".