Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, Ciclo A

Lucas 2, 16-21: “María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente”

Autor: Padre Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

 

 

En el día en que celebramos a María como madre de Dios y la imposición del nombre de Jesús, quiero compartir con ustedes una historia anónima que alguna vez me llegó por el correo electrónico: “Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios: –Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy. –Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará. –Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz. –Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz”.


”–¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres? –Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar. –¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo? –Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme. –He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá? –Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida. –Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor. –Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado”.


”En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando... –¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre! ¿Cómo se llama mi ángel? –Su nombre no importa, tu le dirás: MAMÁ”.

 

María fue escogida por Dios como madre de su Hijo. Ella vivió con toda radicalidad la generosidad propia de las mamás que cuidan, aman, educan, consienten, enseñan a orar y defienden a sus hijos contra todos los peligros. Además de las muchas cualidades que Dios le regaló a la Virgen María para ser la madre de Jesús, tuvo la gracia de saber guardar todas las cosas en su corazón y, como añade el evangelio que hoy nos ofrece la liturgia, tenía todas estas cosas muy presentes en su vida. Iba dejando madurar los procesos sin presionar, sin saltarse las etapas, sin querer vivir hoy lo que corresponde para mañana. María supo acompañar el crecimiento de Jesús y acompañarlo en su camino, hasta verlo morir en la cruz.

 

Demos gracias al Señor por el don de María en nuestras vidas y por el don de nuestras madres que, siguiendo el camino de María, nos han sabido acompañar en nuestro camino de crecimiento físico, intelectual, moral y espiritual.